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    ¡Qué cruz!

    Dolbach

    Abr 2, 2025

    88
    ¡Qué cruz!
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    ...

    Resumiendo:

    Dios lo crea Todo desde la Nada.

    Dios modela desde el barro al hombre, y a la mujer desde una costilla de este, y los pone en un lugar idílico de ese Todo.

    Dios da la opción de pecar a esa pareja. Como resultado del libre albedrío, la pareja, peca.

    Dios, por ese pecado, castiga, no solo a la pareja sino a toda la Humanidad subsiguiente.

    Dios, poniendo a prueba a la gente, se pasa el Antiguo Testamento, castigando a los seres humanos con todo tipo de aberraciones.

    Dios, tras un tiempo, decide perdonar a la Humanidad y envía a un hijo suyo (no entremos en detalles), para que dé su vida como sanación de nuestras malas obras.

    ¿Y?

    Aquí seguimos, pecando contra dicho Dios y contra toda su Obra.

    Yo creo que el plan no ha salido como quería

    No sé, pero me da que muy Todopoderoso no es el pájaro.

    En fin...

    Abogados de Cristo.

    Muchas veces crucificamos a Jesús, en muchas calles, en muchas plazas, todos los años.

    Parafernalia espectáculo.

    Oro, terciopelo, música de banda, ejército, capuchones, autoridades, mantillas, velas, palios, saetas, levantá. Tambores. Clarines. Rezos.

    Postureo.

    Pero con una vez y sin tanto adorno, fue suficiente.

    El cristianismo murió con Cristo.

    Y jamás ha resucitado.

    Los días sin nombre.

    Muchos años después, viejos incluso los que no habían nacido, aquel tiempo seguía siendo un milagro en el todo. La lluvia en el desierto. El león blanco. Un Redentor.

    Y como siempre ha sucedido, el desierto secó las flores de un día y volvió la arena. El cazador se cobró su trofeo albino para el pabellón de caza. El hombre crucificó al hijo de Dios.

    Sí, el milagro se disolvió en el instante como el azúcar en café caliente.

    Aquellos días como ovejas blancas, como moscas negras, como sardinas plateadas, tan iguales, tan lo mismo, tan uno tras otro sin saber lo que pasa, fueron un oasis que no se desea, pues lo que se quiere es atravesar el páramo y llegar al paraíso. ¡ Como si eso existiera!

    Así, se siguió caminando como si nada hubiera sido, olvidadas las canciones, las intenciones. Los aplausos.

    Cuando aquello acabó, empezó el final.

    Atrasa un poco.

    La vida, a veces.

    Un muelle destensado,

    sucio un engranaje.

    Hay que limpiar el alma.

    Y darle cuerda.

    Pero al ser todo automático...

    Dolbach

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