Qué bonito es el amor

Lo mío siempre fue escribir desde el dolor.

Hace un tiempo comencé a preguntarme si cabe en mí la posibilidad de plasmar en este falso papel un sentimiento tan bello como el amor que tanto viví -y sufrí-.

Pero hoy hablemos de lo bonito.

Cuando encontrás el paraíso en un par de ojos desconocidos y de la panza renacen millones de mariposas inquietas que en un primer momento creías muertas y tal vez solo estaban dormidas.

Cuando los nervios juegan en contra y te traban al hablar o te entorpecen los pies.

Cuando su risa te causa cosquillas en la piel y estragos en el corazón. Qué órgano noble el corazón, que tan podrido de latir para mantenerte vivo de repente encuentra fuerzas para enloquecer de amor.

¿Y el alma? Algo tan sublime y etéreo que, sin saber de qué trata, intuimos que está conectada a la del otro.

Un día cualquiera y frío te conocí. No necesité muchas horas para entregarte mi corazón porque esa cosa tan etérea llamada alma te pertenecía desde hace muchas vidas atrás.

Tan así que el encontrarte fue como recuperarte.

Y es que sólo necesité mirarte para comenzar a amarte.

Qué bonito es el amor.