Hoy escuche qué, cuando las abejas envejecen, por miedo a perjudicar a su colonia luego de un extenso día de realizar tareas, deciden dormir en el polen de alguna flor para así evitar que deban limpiar sus restos en el caso de que esa, sea su última noche.
Me llamó tanto la atención esta creencia que aparenta ser ingenua que decidí investigar, solo un poco, qué lugar ocupan en la mitología y en la cosmovisión de los pueblos estos insectos sutiles y rápidos, que se imponen con tanto ímpetu que vuelve difícil a la mirada atenta obviar su presencia; y resulta qué, no es azarosa su sacralización.
‘’Un enjambre de muertos zumba y marcha en lo alto’’ decía Sófocles sobre las almas, la fábula egipcia dice que en Canope sacrificaban en la primavera a un toro, en el introducían un pequeño templo para qué, de su putrefacción brotará un enjambre de abejas. Nacidas del buey, las abejas colocaban sus huevos en la carne en descomposición.
En Egipto, nacieron de las lágrimas del Dios Ra (Dios del Sol) al humedecer la arena del desierto, quizás por eso son de vuelo pesado y ágil, de cuerpo peludo y dorado, de temperamento noble y perseverante. Son las almas de los difuntos o quizás las mensajeras del cielo, el nexo entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
En la cosmovisión andina otro es mensajero.
Cuenta la leyenda qué, solo el ave sagrada, el cóndor guardián del Hanan Pacha, podía elevarse en vuelo hasta los cielos más altos. Hasta que un día, un colibrí llamado Qori Quente decidió buscar en la montaña más alta al gran cóndor. Cuando lo encontró, esté descansaba tranquilamente sobre un risco, entonces Qori busco la forma de esconderse entre el plumaje del majestuoso cóndor de los andes y allí esperó pacientemente hasta que el ave sagrada emprendiera su viaje hacia el Hanan Pacha.
Dice la leyenda que Qori se aferró con su pico al plumaje del ave y así, finalmente, luego de un largo vuelo, con sus ojos pudo ver el rostro verdadero del sol.
Dicen que el cóndor le advirtió pero él, decidió hacerse uno con la chispa sagrada del sol.
El fuego dorado envolvió su cuerpo, quemó su piel con el calor de sus llamas. Qori desapareció.
Dicen qué el cóndor, desahuciado, oyó un fuerte aleteo metálico que se le acercó.
Dicen que el colibrí en oro resurgió y que desde entonces es el mensajero divino entre los mundos. Qué su vuelo tenaz comunica el Hanan Pacha o reino de los dioses, con el Kay Pacha o el mundo de los vivos. Que proyecta luz y encarna el amor del Taita Inti y del gran creador Viracocha.
Cuenta la historia que desde entonces nos visitan para traernos mensajes de nuestros muertos.
A veces pienso, quizás por eso desde entonces las flores de mi patio esperan a que nombre en mi boca tu nombre, que repita en voz alta mi rezo.
Ahora pienso qué, quizás te fuiste un poco así, como las abejas cuando envejecen.
Quizás todavía descansas en el polen alguna flor, esperando a que vengan a despertarte.
Desde entonces siembro y cuido mis flores, labró la tierra y ando descalza.
Me escondo entre la parra y como sus uvas, riego con las manos sus hojas y me siento a esperar.
Quizás por eso siempre me visitan en días de lluvia y en las tardes que azota el calor.
Quizás por eso nunca se si vienen a buscarte o a traerte.

Candela
¿Quién soy yo? En este mundo donde siempre termino escribiendo lo mismo. Dónde el texto necesita de mi Y yo de él.
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