Hay elementos con los que interactuamos que son efímeros, nunca se vuelven tangibles.
Y está bien que no se vuelvan pragmáticos, que jamás nuestros sentidos puedan experimentarlos, recorrer calles imaginando, viajes acompañados por ese alguien que nos despega pero nunca acariciamos.
Quizá es válido que solo seas un puente que vive en un dormitorio de alguna galaxia lejana, que cura y rehabilita la mente para conectarla con éste cuerpo.
Me alegra que nuestras mentes se hayan encontrado, en algún sitio que no es nuestro cuerpo, sin embargo le envíamos información al objeto y lo desplazamos; de repente una mañana podés estar cepillando los dientes y algo te hace sonreír al espejo. Cruzás la salida de tu casa y los pasos son certeros. Hay un aura que acompaña, hay una información novedosa y despierta intereses. Acepto el proceso, doloroso, pero gratificante el premio. Agradezco tu cura en aquella habitación desconocida que revitaliza mi mundo ordinario.
Sigo caminando y cada zancada está impulsada por tu breve luz.
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