No estarás al final del altar, esperándome, como alguna vez soñé; soñamos.
No llevaré a nuestros hijos en mi vientre ni en mis brazos.
No tendré esa vida, nuestra, de domingos felices.
No te veré morir, ni sabré quién sostuvo tu mano cuando partiste.
Te amo, y en mayo pensaré en vos, como cada vez que suene una de nuestras doscientas canciones.
Y ojalá que lo que la vida te dé, te sane. Que siempre sientas la felicidad entre las muelas.
Ojalá que alguien te haga sentir todo lo que nuestro amor me hizo sentir, lo que vos me hiciste sentir.
Ojalá me olvides como yo nunca podré.
Ojalá seas feliz.
Prometo no volver a entrar, por una ventana, en tu vida.
Sé feliz sin mí, como lo quisiste.
A pesar de todo, siempre, en algún rincón del mundo, estaré amándote, en la distancia y en el eterno silencio.
Ningún hecho, ninguna angustia,
ningún resentimiento
cambiarán el peso de mi amor.
Sé feliz.
Yo, en algún lugar, sigo pensando en vos.
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