¿Puedes ver desde las nubes mis lágrimas caer?
Lo pregunto inocentemente; pues no busco compasión.
Busco ser abrazado por tus palabras
una vez más.
Sólo una, creo que no pido demasiado:
¿Por qué el frío de tu frente aún roza mis labios?
Cuatro meses han pasado. Cinco, seis, siete, ocho...
Años deberán de pasar para que tu nombre
sea menos que un puñal
y más que una caricia nostálgica
que me hará llorar
una vez más.
Si arranco mi corazón y lo coloco
sobre tus botas, ¿caminarás
por este mundo terrenal otra vez?
Una vez más, sólo una.
No seas cruel. No lo seas.
Visita mi cuello, mi espalda, mis ojos
mi cabeza, mis orejas, mis dedos,
mis piernas;
Encuentra la composición de mis venas,
que darían la vuelta al mundo
si volvieras a respirar
una vez más.
Grita, por favor. Quiero escuchar tu voz.
Mira como brincan los corceles
de crin blanquecina
y cola desaliñada;
mira como corren los canes
olfateando desdichadas presas
y babeando los suelos
como llovizna repentina.
Mira, por favor. Mira una vez más.
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