Hay algo que todavía no sé explicar bien,
pero me pasa desde siempre:
o conecto con todo profundamente,
o no conecto en absoluto.
No hay punto medio.
No sé cómo querer “más o menos”,
ni cómo estar solo con la mitad del cuerpo.
Si me importa, me importa de verdad.
Si no, me apago.
Y no es porque no quiera…
es porque no sé cómo quedarme en la superficie
sin sentir que me estoy ahogando igual.
A veces escucho algo simple —una frase, una canción, una mirada—
y se me queda adentro por días.
Otras veces, ni el ruido más fuerte me toca.
Como si hubiera algo en mí que decide solo
cuándo abrir la puerta
y cuándo cerrarla con llave.
No es frialdad.
No es distancia.
Es solo esta forma rara de sentir.
Todo o nada.
Adentro o afuera.
Raíz o piedra.
Y sí, a veces cansa.
Porque cuando doy, doy todo.
Y cuando pierdo, pierdo partes que no siempre puedo recuperar.
Pero también hay belleza en eso, creo.
En saber que si algo me conmueve,
es porque llegó hasta el fondo.
Hasta donde no dejo entrar a cualquiera.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión