Sos aquella cosa que, por mucho que me esfuerzo, no puedo recordar.
Momentos con rostros tachados.
Intento con esfuerzo ver más allá de tus ojos.
Puedo sentirte tan cercana,
pero jamás puedo alcanzarte.
No importa cuánto estire mi mano;
cada vez parecieras alejarte más.
Ahora no soy nada más que presa del tiempo,
que se esfuerza en correr cuando yo aún no puedo ponerme de pie.
Cada hora que pasa es cada momento borroso.
Mis lágrimas rojizas caen en la profundidad del océano incierto.
Los paisajes se volvieron tan incomprendidos.
Las flores ahora no son más que una planta sin significado.
Creí que seríamos sempiternos,
incluso cuando podía tocar el final con suavidad.
Mis sentimientos se volvieron insignificantes
ante la pérdida de tu tacto.
Mi hogar ahora no es nada más que cuatro paredes sin memorias.
Mi cama está vacía porque mi cuerpo no logra llenarla.
Mi cabello se llena de tintes
intentando recordar el sentimiento de proximidad.
Intenté todo y no sé cómo dejarte ir.
Mis dedos se clavan en mi piel
para intentar no hablarte.
Minimicé el dolor;
“porque no hay nada peor que extrañarte”.
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