Prendí la tele.
Puse el noticiero de la mañana mientras me untaba las tostadas que me había hecho, y me cebaba los primeros mates del día.
Un ataque en Barracas sacudió a la ciudad, la pasan por arriba, y al toque van con otra noticia de espectáculos.
Apago la tele.
Abro Instagram.
Veo que murió una de las pibas del ataque que vi recién. Una lesbiana que vivía en una pensión de Barracas con su pareja y sus dos amigas perdió la vida.
Empecé a ver las historias, un par de influencer promocionando los casinos virtuales que ahora estan de moda. No los entiendo, capaz ya estoy muy grande o ya paso mi época de captación de adicciones.
Termino de desayunar, sin saber si voy a tener tiempo de comer durante el día, pero al menos puedo llevar el termo y calentar agua.
Me preparo. Me preparo como todos los días. Trabajo en un kiosco doce horas.
La dueña es una señora grande que ya no tiene la energía para seguir atendiéndolo, así que me paga por estar ahí en esa parte de su departamento.
De ocho a ocho es mi horario. No cerramos al mediodía.
Sali de casa en la bici, me queda a unas cuadras el local pero se hace más rápido que ir caminando.
En el camino escucho gritos.
"Marimacho", "Tortillera", "Lesbiana del orto".
Me conocen bien en el barrio. Me gritan eso bastante seguido, yo lo ignoro.
La señora para la que trabajo me dice que ojo donde me meto y que no ande en quilombos, asi que intento pasar de largo. A veces me llegan más, hoy es de esos días donde llegan más.
Llegué al laburo, la señora está ahí barriendo su patio, como siempre, o al menos, como toda señora de barrio.
Es un departamento en planta baja asi que tiene patio, los planta baja pueden tener patio acá. Yo no sé que es tener patio, pero tengo una ventana que da a la calle y por ahí puedo colgar la ropa.
Se da cuenta que estoy con una cara distinta, me pregunta que pasó, yo le digo que nada. Ella sabe que me gritaron cosas de vuelta. Ella no dice nada, ella sigue barriendo, como toda señora de barrio un lunes a las ocho de la mañana.
Abro el kiosco y me pongo a laburar, tengo ratos donde se me junta gente, otros donde se calma la cosa. En esos ratos aprovecho para chusmear el teléfono y ver si alguien me escribió. Tengo un mensaje de mi novia.
«Gorda, ¿viste lo de Barracas? Es terrible» Le contesto que si, que es un bajón, bloqueo el teléfono porque justo llega otro vecino a comprar. Mi día se pasa en esa parte del departamento de la señora.
Cuando cierro la persiana la señora se me acerca, cuenta lo de la caja y me da lo que me toca del día. Me da las gracias, como siempre. Me pregunta si me quiero quedar a comer, como siempre. Y le digo que no, como siempre.
"Abrigate nena que hace frío, y avisame cuando llegues" me dice mientras le saco la cadena a la bici atada a un árbol, le digo que si, que nos vemos mañana.
Pedaleo hasta casa.
Ya es de noche cuando salgo, cuando hace frio el sol se va más rápido. La vuelta suele ser más jodida, pero la hago rápido. En silencio, sola.
Tres pibes se me acercan. Yo pensé que me robaban.
"A ver que tanto te gusta ser machito." Me dice uno cuando me pega una piña. Después viene otra, y otra, y otra.
No sé cuantas son.
Sé que me pegan y no me puedo mover.
Escucho que me gritan.
"Marimacho"
"Tortillera"
"Lesbiana de mierda"
Me quedo dormida.
El miércoles la sociedad se horroriza porque falleció la segunda víctima de un crimen de odio ocurrido en Barracas.
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