Hay varias maneras de posicionarse ante un texto filosófico. Digo filosófico en el sentido siguiente: debe estar escrito por alguien a quien la sociedad le haya dada ese título, una persona reconocida, al menos. Puede ser Hegel o Heidegger o alguien de menor envergadura.
Una de las maneras es a la forma popperiana. Todo lo que leas debe pasar por el tamiz del ataque. No importa que no seas alguien demasiado cualificado para la ardua tarea de la crítica. Sólo es necesario que tengas algo de sentido común para darte cuenta cuando te están embaucando con las palabras. Un apellido alemán o francés no debe cautivarte de antemano. Busca fundamentos, investiga, no tengas miedo al autor. Si tenés una sensibilidad muy cercana, es decir que la persona que escribe lo hace de una manera que le crees todo, más aún debes afilar tus garras. Todo aquello que soporte tu flecha artera, quedará con más fuerza fundamentado, aunque sea para vos solamente.
Otra manera es saberte influenciado por un alguien que te dijo “este autor es imprescindible”, o fórmulas parecidas como “esto es para vos”, “esto lo tenés que leer para saber filosofía” etc. La persona en cuestión seguramente tendrá la suficiente autoridad, al menos para vos, para influenciarte en la búsqueda de material para leer. Esto es bastante común para aquellos legos que recién se inician. Uno tiende a recomendar algunas conferencias de Sartre (El existencialismo en un humanismo, por ej.), o El Banquete de Platón, unas líneas de Nietzsche. Especialmente si el buscador de textos es alguien joven que necesita textos claros y profundos y que vayan al grano.
Una tercera manera es la apertura total con cierto grado de aceptación poética (al estilo: bueno, trataré de creerle al tipo o tipa esta que escribe, que por algo es una persona que ha estudiado más que yo). Pero del mismo modo con cierto grado prudencia. Las personas se equivocan y escribir algo que parezca serio no es tan difícil. Que una persona haya escritos muchos libros no quiere decir nada y a veces tienen que pasar muchos años para que esos textos cobren valor. Pasa la mayoría de las veces, en la actualidad, que las editoriales que divulgan autores filósofos que están vivos, tratan de que escriban libros pequeños, que los puedan leer una gran mayoría de gente para no ser un autor de nicho. En muchos casos el autor es muy bueno, pero en la mayoría de ellos, los autores eran muy buenos en sus primeros libros y, posteriormente, fueron precarizando su calidad por presiones editoriales.
Recomiendo esta última opción sólo para quien ya tenga experiencia en la lectura de textos de filosofía y sepa distinguir lo malo, de lo muy malo o de lo excelente.
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Comprar un cafecitoFernando Marasso
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Profesor en Teología. Autista.
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