“Yo quiero seguir jugando a lo perdido
Yo quiero ser a la zurda más que diestro”
En este momento de quietud, en lo más hondo de la noche, en el silencio de la madrugada una pregunta insidiosa me aqueja: ¿y si nos equivocamos? ¿Debimos votar peronismo? ¿Debimos tomar la decisión “madura” acorde a nuestra edad? Una respuesta me reconforta amargamente: Si sumamos al Frente de Izquierda y el Fas juntos no llegamos al 5% y no hubiésemos revertido la situación. Ya nuestros compañeros nos reprochan: “votaron mal”, con esa suerte de pragmatismo peronista que suele afirmar que la única verdad es la realidad. Cierto, los años venideros serán duros, seguirán votándole las leyes a la extrema derecha y se viene una reforma laboral, y por ejemplo pese a la promulgación de leyes pediátrica y de financiamiento universitario, antidemocráticamente el gobierno nacional ha decidido no acatar la ley y sin contrapeso ese sueño también se une. Pero… pese a todo Gelman una vez escribió:
“[…]
no estoy hablando de los errores que
nos llevaron a la derrota/ por ahora/ no
estoy hablando de la soberbia/ la ceguera/ el delirio
militarista de la conducción/
estoy diciendo que cada compañero tenía un pedazo
de sol
que le iluminaba la cara/
le daba calor en el pavor nocturno/
lo abellaba alegrándole los ojos/
lo hacía volar/ volar/ volar/
[…]”
Y estamos hablando de la peor de las derrotas, la militar, el genocidio, el secuestro de bebés. No obstante, de todos modos ahí hay una verdad honda: “cada compañero tenía un pedazo de sol”. Por eso sentimos que no, no nos equivocamos y que en lo más hondo de la noche una mano amiga te salvará. No nos equivocamos cuando exigimos no más dureza y pragmatismo, sino más ternura, comprensión y sobre todo amor. Porque al final del año, cuando el poder nos doblega las rodillas lo que más nos salva es esa voz fraterna que nos dice a nuestro ladito “no te preocupes yo sigo acá”.
Lo cierto que un mundo sin verdad, sin compasión, no solo es más triste de vivir: es inviable. Y no porque el amor venza al odio. Está visto que el odio siempre vence. Que nada torcerá la derrota por no haber reaccionado a tiempo, por no haber sido crueles, o pragmáticos cuando debimos serlo. Pero ese mundo es inviable. Sin poesía y sin amor ningún proyecto tiene un buen saldo.
¿Cómo se salva uno? No perdiendo la libertad mamada, recordando la libertad y volviendo a erguirse vertical cuando sea posible. El amor no vence al odio pero será lo único que nos sostenga mientras éste impere.
Cierro con los versos que provienen de María Elena Walsh:
“Tantas veces te mataron, tantas resucitarás
Cuántas noches pasarás desesperando
Y a la hora del naufragio y la de la oscuridad
Alguien te rescatará
Para ir cantando
Cantando al sol como la cigarra
Después de un año bajo la tierra
Igual que el sobreviviente
Que vuelve de la guerra”

Bonchi Martínez
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