Me estoy consumiendo en mis propios sueños; son grises llenos de fantasía, y me hacen caer en el agua negra.
No sé cómo cambiar mi vida, la vida corta que aún siento que me queda. No sé cómo respirar sin ahogarme. Estoy marchita, sin luz, sin filtros, sin color. Cada día que pasa pierdo más pétalos, los pocos que ella me regaló, y a los que me aferro con vigor.
Soy una sombra, una intrusa, una maldita tragedia. Hablo alto y con fuerza, esperando que mis palabras arreglen un contrato expirado. Estoy cansada de hablar, de pensar y esperar.
Hoy veo mi vida, y ya ni me provoca llorar. Estoy seca de tanto sentir e inundada de impotencia. Hoy, ayer y todo el mes pensé en mi vida, en la vida de quienes fueron parte de mí y de quienes aún residen en ella.
Estoy harta, no hay nada más que explicar.
Me siento atrapada, soy todo lo que nunca quise ser y no soy suficiente para ella. Me odia, me humilla y pretende ser mi amiga. Pretende ser mía y no la he vivido ni un día.
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