Anhelo enjaularte entre mis brazos
hasta sumergirte en mi mar de sentimientos.
Ahí mismo no te faltará nada:
podrás comer de mi carne,
beber de mis lágrimas
y embriagarte con mi sangre oscura.
Ahí mismo podrás silenciar mis lamentos
y traer paz a un cuerpo inerte,
incapaz de reprochar
qué hace mal mantener a alguien dentro de sí.
Para después recordar
que eres el motor que arranca con agresividad
el ferrocarril con el que me muevo,
buscando los sueños que un día perseguí,
buscando, en algún sueño,
poder aliviar tus tormentos.
Ya que dentro de mí
no llueve,
no diluvia,
no nieva.
Es un lugar oscuro y abandonado,
esperando que las llamas de tus manos
revivan a mi corazón,
para poder mantenerte enjaulada eternamente
entre mis hombros,
echándole sazón a los cimientos
del té que un día compartimos
con alientos rotos.
En mis jaulas no hay más que un gato
que maúlla tu nombre
a las dos lunas que habitan en mí.
Ese gato palpita tu nombre en código Morse,
con un “te adoro” al final.
Le pregunto:
—¿por qué?
Responde:
—porque sí.
Es una batalla sentimental
en busca del raciocinio
que apague todas mis alarmas.
Están todos mis fragmentos de recuerdos
luchando entre sí,
porque aún extrañan escucharte decir
que me amabas.
Pero el soñador que habita en el piso de arriba
sabe que todo es un cuento
y que todo a él le resulta fácil.
Fácil como la noche
en la que supiste cerrar la puerta
aún dejando tu llave.
Fácil como el atardecer
en el que supiste sonrojar al cielo
y ponerme celoso
de tus lentes,
que reflejan un fulgor de sentimientos
que cree que todo lo sabe.
Aunque me esfuerce,
me es difícil entender
cómo mi cuerpo se divide en dos segmentos
que se contradicen entre sí.
Uno busca darte una copia de la llave
que abre mis brazos,
para que entres como si fuera tu casa
y dejes tus penas en la entrada
al sacarte los zapatos.
El otro, en cambio,
busca quemar la habitación
y usar la llama como pluma
y el corazón como tintero,
expresando su arte
en un poema
que pronto ensuciará el cenicero.
Y así, al acabar el relato,
borrar todo tipo de relación.
Porque, para serte sincero,
quiero dejar todo atrás
y con eso
extinguir mi pasión.
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