No es facil decir estas cosas.
Ni menos escribirlas.
Las palabras tropiezan en mi boca y se convierten en murmullos incomprensibles; en sollozos atronadores que salen disparados junto a mis lagrimas, es algo violento, incluso vergonzoso de ver.
En cambio en el papel, aunque es difícil poner en hoja las palabras, al menos tengo la oportunidad de iniciar de nuevo, y de arrugar en una pelota los intentos fallidos manchados con gotas de tinta y sal.
Aunque por eso mismo se me complica el explicar mis sentimientos y sentidos. Tengo la necesidad de escribir perfectamente, letras redondas, que se diferencien las “i” de las “l” minúsculas, que mis palabras suenen coherentes cuando en si lo que siento no lo es.
Pero es mucho mejor que decirlas en el fondo.
Nadie me tiene que escuchar para poder sentirme mejor más tarde, el problema sigue ahí, pero la preocupación actual se aligera y se retira momentáneamente al momento en que cierro la carta y la meto en un sobre.
No quemo mis cartas, por que se que algún día querrán explicaciones de mis acciones.
Así que aproveche la oportunidad de escribir esta sinopsis, para que entiendan que si no les dije nada no es por su culpa, si no la miá.
Por no ser capaz de hablar.
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