Mañana de abril en la que todavía el frío no pega. Hay que aprovechar para descansar, tomar buenas decisiones y construir una rutina para salir adelante.
Me desperté pensando en él, con una actitud decisiva, con ganas de encarar lo desafiante y bancarme la que venga. Pero es verdad que esa actitud está siendo madurada y desarrollada en un 30% por lo que aún me falta y las decisiones que tomaré serán las aprendidas, las que mi cabeza considera lo mejor para mi.
Él no se comunica, no me escribe, no pregunta cómo estoy, no arregla para vernos. En cambio desde mi lugar hice todo lo que estaba a mi alcance para hablar, encontrarnos sin atosigarlo. ¡Qué difícil!
Hoy lloré porque no quería alejarme, mi corazón me dice que lo intente, que lo espere porque en él hay una respuesta positiva pero si me quedo no podré estar estable. Lo hago por mi, lo hago porque entiendo que estas no son formas sanas de comunicarme y de relacionarme, porque una persona que está dispuesta a mirarte no se va a esconder y te va a hacer sentir segura de los sentimientos.
Por eso prefiero darme un espacio, darle espacio, respirar en la distancia, ponerme una curita y dejar que esta raspadura le nazca una nueva cascarita.
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