...
Otro cielo.
“Llegan a las manos durante la bendición del primer inodoro público en la Base Española Juan Carlos I en Marte.”
La tan breve explicación aclaraba un poco el titular precedente:
"Mars attacks"; pero aún así era insuficiente.
Al ser una noticia de agencia de viajes, entraba poco en detalle, así que hube de intentar ejercer de periodista serio e investigar por mi cuenta en vez de consultar, como hacía siempre, la wikipedia interplanetaria.
Entre mis contactos habituales descarté a Proboscio, el camarero de Una y no más, pues, en definitiva, me solía informar del precio de las copas que me tomaba y de si iba a llover o no al día siguiente. Tampoco consideré que Laira la mamandurrias pudiera aportar nada a este caso, así que me ahorré la visita y el peculio.
Acudí entonces a la Embajada de Calamocha en la avenida de Suelo Santo porque allí el bar tenía buenos precios y yo necesitaba tomar algo a saldo. Saciado, llamé a Liana Desliz, una antigua ex novia que no sé como llegó a ser eso si nunca estuvimos liados, que me puso en contacto con Alondro Esquives, del Renacido Press, el cual me mandó a la mierda en cuanto escuchó mi voz carrasposa.
Me encontraba en un callejón sin salida. Había girado a la derecha antes de tiempo y ahora me tocaba maniobrar para dar la vuelta.
Al incorporarme de nuevo a la vía principal me di cuenta de que no me importaba nada lo que hubiera pasado en Marte con aquel inodoro galáctico de última generación y que si lo que quería era vender una noticia, lo mejor que podía hacer era inventarla como se había hecho toda la vida. Lo de Sodoma y Gomorra, por ejemplo.
Al fin esto fue lo que, firmado por mí, publicó el Heraldo Galáctico de Aragón:
***Infierno rojo.
Durante la bendición del primer inodoro público en la Base Española Juan Carlos I en Marte, los ínclitos representantes de Dios se enzarzaron en una violenta trifulca.
La situación se desestabilizó al correr el rumor cierto de que el agua utilizada para el acto sacro había sido importada de Europa, una de las lunas de Júpiter cuya Iglesia se ha desligado hace dos meses de la autoridad papal, y no, como correspondía, según ordenamiento interesado, del Vaticano, que tiene la exclusiva de representación, distribución y venta del líquido elemento (a precios desorbitados) para todos estos eventos.
Los representantes divinos, unos de la propia urbe marciana, todavía sin un nombre oficial, otros enviados por el Santo Padre de entre la curia vaticana, y los terceros en discordia, los de la mentada luna de Júpiter, que estaban allí de incógnito y de fin de semana, se liaron a baculazos en una porfía nada propia de gentes de tan alto rango, pompa y circunstancia.
El Subsecretario de Asuntos Inhóspitos, una vez informado por el Cónsul de Improviso, tomó cartas en el asunto, un par de copas de cazalla y apostó todo a la grande.
Perdió la partida y el tiempo y fue expulsado de la carrera diplomática y de una discoteca en la que se emborrachó sin dinero y a la que había accedido con calcetines blancos.
De momento, la diplomacia del Sistema Solar se ha visto desbordada y está mojando el suelo recién fregado. Quedamos a la espera de novedades, un paquete de Ámazon y otros acontecimientos consuetudinarios.
Seguiremos informando.
Plinio el de mediana edad.***
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