Ponemos toda la fuerza y despegamos

Suelo sacar mis mejores versiones cuando me moviliza el amor y no es que me haga el distraído.

Me pasa cuando aprendo a quedarme en silencio y escuchar o cuando suelto un suspiro de alivio al verla del otro lado de la cama.

Ahora, por ejemplo, que la veo caminar por mí cabeza con su espontaneidad.

Ya se enojo conmigo por no dormir lo suficiente, me ganó cada discusión por más insignificante que fuese y bailamos por horas sin razón alguna.

El sábado estuvimos varias horas en una plaza, sentados tanto tiempo que las piernas nos pasaron factura.

Me cargó sobre mi pasado nerd y mi corte de pelo siempre para un costado.

Debatimos sobre mi intención de abarcar tanto tiempo casi sin descansar y mi manía de siempre dormirme en cualquier lado.

Me prestó su paz y me volví a casa lleno de calma.

(Y de amor)

Me habló de los amores pasados antes de que yo pudiera hablar de los míos. Nos estamos aprendiendo, cuánto más cerca estoy, más me permito soñar.

Ponemos toda la fuerza y esperamos.

(Ponemos toda la fuerza y despegamos)

Deseamos que todos hagan lo mejor que puedan, con lo que tienen, y con lo que son, cuando puedan y cuando quieran. Qué el mundo por fin tenga un gesto de gratitud.

Me siento como si saliera de algún lugar incómodo, como un viaje intergaláctico o una bocanada de aire frío.

Creo que todos merecemos una oportunidad, una de redención. Cómo si para aprender a amar, tuviéramos que aprender a florecer en el barro.