replay

"Vivir a pleno.
Vivir sin miedo.
Vivir el instante
y siempre animarse."

Tengo estas palabras grabadas en mi mente desde que tengo uso de razón. Es chocante darme cuenta de cómo, desde niña, pude intuir lo que me iba a pasar en el futuro y cómo supe elegir las herramientas necesarias para darme ahora contra la pared.

Todos los días me despierto, me tomo un té de tilo y pienso, pienso, pienso. Y llega. Se me presenta y dibuja en mi cuaderno. Tiene nombre y todo.

Es mi vecino, no tiene género ni rasgos humanos. Se sienta a comer y a estudiar conmigo, y no me deja sola ni un puto segundo. Soy su traductora, esclava de sus palabras. Laburo sin parar. Él habla y yo pongo sus pensamientos nero su bianco en mi computadora, como su editora o ghostwriter.

A esta parálisis del ser ya le he visto la cara demasiadas veces en mis 23 años de vivencias: es la vergüenza, es el asco hacia todo lo que soy y lo que quisiera ser.

Me siento como una lombriz que, por dentro, está vacía de ideas, deseos y aspiraciones. Aunque esto es completamente mentira, porque lo siento todo y con mucha intensidad. Pero cuando el repudio me mira a los ojos, me hipnotiza y es más fuerte que aquella niña que estaba llena de sabiduría y amor.

Cerebro devora mi felicidad día tras día. Está sediento y no para. Es como si no quisiera permitirme ir más allá de mis lugares grises. Como un padre autoritario. Como un dictador ciego de reglas e imposiciones.

Sé que hay algo más allá de estos pares de huesos que caminan y de esta cabeza rota y mugrienta.

Aún no veo una salida, pero cuando pienso en esa canción infantil, me digo que sí quiero dejar atrás esta locura que me estuve creyendo año tras año.

¿Por qué debería seguir siendo alguien que ya no cabe en esta cáscara de mentiras? ¿Por qué no logro ponerme por delante de todo lo que me rodea? ¿Quién es esta alma que no para de escribir?

Creo que me merezco otra oportunidad. Quiero la vida a pleno. Respirar el aquí y el ahora. Animarme y despertar.

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Voy a ser muy repetitiva en estas publicaciones, pero no dejaré de escribir hasta encontrarme con mi verdadera yo.