La primera comunión del gato.
Quizás un día sea normal que el personal se case en celebradas nupcias con un holograma. Llegado ese momento, ha de cambiar algo el cuento:
-Hasta que la IA os separe.
¿Y qué se le regala a un holograma?
¿Y tendrá la pareja uno o dos hologramitas? Macho y hembra, claro, la parejita.
Pero, me da que no va a haber tiempo para excentricidades de este tipo. Veo como avanza la estupidez a pasos agigantados (en mi pueblo, mismo, cada vez somos menos, pero el número de gilipollas no merma), y los Milei del mundo se empoderan y nos llevan al desastre más rotundo. Así que no he de preocuparme por el asunto de si dejo mi memoria en un pendrive o si decido ser ceniza en vez de ceros y unos.
No sé si moriré antes del fin del mundo, (ya puestos no me importaría disfrutar de tal evento -una vez vi a los Rolling y mereció la pena-), pero dudo que puedan existir muchos descendientes de mi hijo. Esto no tiene visos. Ni hay pisos de alquiler barato.
En fin, que si me invitan a una boda entre un taxidermista y un ente incorpóreo, no pienso asistir. Los taxidermistas no me caen bien. (No he decidido todavía como ha de ser mi relación con los entes mentados).
Yo os declaro plasma y... No sé.
No sé.
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