Mi carne resguarda orgasmos sin promesa,
Nombres prohibidos que nunca pronuncié.
A través de mi poesía roja aún vibra la proeza,
Húmedas lenguas extranjeras que no rechacé.
.
No hay paz donde mi pecado se confiesa,
Ni cura en el sudor que una vez consagré.
Amo todo aquello despojado de vergüenza,
Eróticas aventuras que no preguntan por qué.
.
Cada cicatriz es en mí una medalla de guerra,
Donde el intenso placer pactó con el desdén.
Fui la dulce maldición de incontables féminas,
Una ofrenda viva al filo de sus curvas y el vaivén.
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Me expuse como altar a sus profanas quimeras,
Jadeando verdades que a sus piernas acostumbré.
Fui bestia, fui dios, fui amante, fui idilio, fui presa
De bocas que gemían sin saber realmente con quién.
.
Hoy callo, pero en mi sangre llevo sus condenas,
Cada infierno vivido en muslos que exilié del papel.
Han de aceptar que la carne no olvida su naturaleza,
En silencio sabrán, el pecado es arte si lo dicta la piel.
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SIR VOLKA
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Sir Volka
Comencé a escribir para no morir de silencio, poeta del abismo, alquimista del deseo y devoto de lo profano. Soy aquello que excita y espanta. La voz sucia que reza mientras gime.
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