Y si solo soy un instante en este incendio que me consume por dentro?
Era incesable tu mirar, y tu cabello rebelde hacía rebozar de las más grandes paces a mi corazón.
Lo pensé mientras tus ojos estaban cerrados, y el aire jugaba con tus rizos, desordenándolos otra vez.
Dos punzantes dagas fueron tus ojos,
que siguen clavadas en mi cruz.
Cuando te pienso, nuevamente atravesada por el recuerdo cristalizado de tu existencia...
te extraño en el desayuno,
y te encuentro cuando estoy dormida
Estoy sacando esto adelante.
Estoy apostando nuevamente por este caballo avejentado,
pero con el corazón de cristal,
con pulmones enormes que suspiran tu nombre.
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