Ah qué recuerdos traen
tus palabras
y tu boca.
A la sombra de tus palmeras
se envuelve
mi aletargada espera
y quetzales son el ahora.
El sonido de sus coros
me enamora.
Eres como el recuerdo
que no perdona.
Quiero tributo y conozco
que cerca de ti
hay ceremonia.
Luz.
Mucha luz ahora
para acariciar
con mi dedo
el borde de tu frente.
Voy penetrando la frontera.
Alguna vez fue de vidrio
mi peor pesadilla,
y al perder el contraste
me quedé sin amor en la alacena.
¿Qué sostienes en la mano?
Un beso.
Ven cerca ahora,
y confeccionémosle un plan al destino.
Miro tu mano erotizada
en el sillón,
ligeramente arqueada.
Detienes un instante
la rotación de esta tierra.
Miro tu desgano
pero no hay escapatoria,
me desnudo despacio
esperando
captar tu mirada.
Bailo, canto, me esmero.
Descubro
que mi desnudez
pasa desapercibida.
Debajo de esta enredadera
de ideas
que late en mi párpado,
sé que te soy musa.
Bailo, canto, me decoro.
Tu mano presta cuidado,
ahora y me hace señas.
Me aproximo.
¿Qué sostienes en la mano?
Mi sed.
Recapitulemos,
dejemos que empiece la vida.
Se ha acabado el contraste,
la realidad perenne de aquel antes.
La magia del abrazo
la koinonía perfecta que se sirve
sobre el mantel del ancestral afecto
y la curiosidad.
Estos encienden la llama.
La vida empieza esta mañana.
Tal vez vivamos.
Tal vez el amor nos haga
al hacernos
uno al otro
y convenzamos a la suerte.
Tal vez pueda haber
un espacio interventor, un algo,
y tu mano en la mía
a la hora precisa,
declare el regreso.
La vida,
la luz,
el regreso a la luz,
el regreso poco a poco,
a los brazos y la cama.
Tu cama o la mía,
o nos mimetizamos
como lo requiere la lógica,
como lo demanda la patria.
¿Qué sostienes en la mano?
Mi esperanza.

Beatriz Núñez Alpízar
No Me Perdono No Ser Perfecta -- Una escritora cualquiera entre muchos, obviamente tengo un dolor en el corazón en este momento y por eso escribo intentos de poesía.
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