Y al cerrar mis ojos te veo,
Son tus labios el dulce vino que bebo,
Son tus caricias embriagantes que deseo,
Son tus anhelos misteriosos los que contengo,
Y como secreto mejor guardado en mis sueños te llevo.
Y de mis suspiros tu nombre albergo,
Y de mis manos tus manos sostengo,
Son esos segundos que te siento en mi infierno,
Son esos minutos los que te retengo,
Y como musa de mis locuras te tengo.
Y si por piedad los dioses me dieran tiempo,
De mis sueños no te sacaría jamás,
Y si pudiera desear una cosa más
Desearía un último beso,
Porque gracias a él no me importa ni el infierno.
Lleguemos tan lejos como sea posible,
Porque la locura se vive en un momento,
Lleguemos tan cerca como sea visible,
Porque de cordura está lleno este cielo,
No importa cuánto controlemos el tiempo,
Este es efímero, no importa el deseo.
Y sin piedad los dioses nos condenan,
A que lo prohibido siempre sea deseo,
A que no estamos solos sin pecados,
A que no tenemos cielo eterno,
Porque nosotros creemos manejarlo todo,
Pero son ellos los dueños de nuestros libretos.
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