Poder diminuto.

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La vida en exceso.

Ni idea tengo, pero lo del actor y su esposa, y el perro... Me invento que por algún motivo, sobraba ya la vida en su contexto. Y decidieron, de común acuerdo (dudoso en el caso del animal), dejar este mundo rastrero.

Quizás una demencia incipiente que hacía del futuro un lugar oscuro y feo; quizás simple aburrimiento. Miedo. Depresión. Desgana. Fin de algún sufrimiento.

Acabar del todo y para todo, debe ser más difícil que dimitir, y ya vemos lo que cuesta a los dirigentes abandonar los asientos.

Cuando sobra la vida, es un tostón seguir viviendo.

Lo terrible y lúcido de "cuando sobra la vida" es un modo de señalar que el problema no es la muerte, sino el excedente de existencia que no encuentra dónde encajar.

Si el futuro es solo una reiteración de lo que ya pesa, si la curiosidad se agota, si no queda misterio que justifique la espera, ¿para qué seguir?

Pero ¿Y lo del perro? Ahí hay algo que, por injusto, descoloca. Porque a un animal, por muy apegado que esté a sus humanos, difícilmente le "sobra" la vida. Para él, yo diría que cada día sigue siendo una sorpresa, una repetición feliz de instintos y necesidades. Quizá por eso su inclusión en ese imaginado acuerdo duele más: quizás sea la confirmación de que, para quienes decidieron irse, no quedaba ya ni la posibilidad de contemplar la alegría ajena.

Y eso aumenta la pena.