Pocos amigos

Hacer huerta le recordaba a su infancia y podia decirse que era casi relajante hacer esa actividad si no fuese por todos los recuerdos que le traia a la mente. Ada estaba agachada al lado suyo, enterrando unos plantines en los almacigos del invernaculo. Los plantines de esa semana eran rucula y acelga y tenian que tenerlos todos en su respectivo almacigo para antes de que se haga de noche. Ese trabajo no era nada al lado de todo lo que tuvo que hacer para moverse a la patagonia y de hecho era mucho mas disfrutable que todo lo que hacia en el cuartel.

—Jano, jano —dijo ella, poniendole una mano en el hombro —concentrate, estas en babia.

—Uy, perdon —dijo él con una mueca y desenterró un plantin del cajon y lo enterró en el almacigo. —Ya casi terminamos con este cajon...

—Si, yo casi termino, vos estas hace mas de quince minutos mirandome plantar todo sola.

—Disculpa, me quedé pensando en un monton de cosas.

Ada negó con la cabeza, pero esbozaba una sonrisa mientras seguia trasplantando.

—¿Te hace acordar a cuando eramos chicos? —preguntó ella despues de un rato.

—Si, cuando estabamos en la institucion. Me acuerdo que siempre te veia en el patio con las manos en la tierra.

—Si, yo recuerdo que me mirabas desde el piso de arriba, nunca supe bien que hacias ahi arriba todo el dia ¿No te dejaban salir?

—No, me tenian encerrado arriba, por poco dormia en el taller. No querian que hable con nadie porque tenia ideas radicales...

—Bueno, las seguis teniendo —ambos rieron un poco, ya comenzando a regar las plantas recien transplantadas.

Al rato terminaron de regar y encararon para el edificio, el edificio tenia cinco pisos y el hormigon gris estaba plagado de enredaderas que tenian que podar todo el tiempo para que no se metan por las ventanas, siendo residenciales los ultimos dos pisos y el resto laboratorios, tenian pocos cientificos en esa base, unicamente los justos y necesarios para lo que se investigara en el momento.

Los chicos siempre subian por escalera hasta el quinto piso donde estaban hospedados, pero esta vez iban al comedor, ya era hora de comer. Pasaron por el baño a lavarse las manos llenas de tierra y se sentaron a cenar. Casi todo lo que comian lo cultivaban ahi, en los invernaculos de la base y le compraban carne y derivados lacteos a los granjeros de la zona. Ese laboratorio/base era ahora propiedad del nuevo gobierno, habia sido expropiado al ejercito y nadie sabia realmente donde estaba esa base mas que los que vivian ahi.

El dia que Ada presentó su denuncia, la pusieron en proteccion al testigo y la enviaron ahi, tenia la opcion de llevarse a alguien con ella y ese alguien fue Jano que tambien tenia mucho que decir sobre el ejercito y gustoso saldria en television a exponer todo si se le diera la oportunidad. Tenia pruebas de los maltratos que sufrio, en carne propia, ese antebrazo y mano robotica no pasaba desapercibida.

Jano a pesar de su esfuerzo y sacrificio, nunca fue ascendido mas allá de teniente, supervisando que las ordenes se cumplan hizo cosas de las que se arrepentia, realmente la sensacion que tenia tras tanto esfuerzo, es que se convirtió en algo que de pequeño juró destruir. Él buscaba el poder de cambiar las cosas y la teniente general siempre lo supo, por eso fue relegado. Jano buscó la cadena que colgaba de su cuello y comenzó a jugar con uno de los dijes, esa era su placa de perro, de eterno subalterno, Aira se la habia dado hacia años, y no significa solo que era un can sino tambien un protegido de ella. Eso le habia salvado el culo en muchas ocasiones, pero no podia mas que sentir rencor por los ultimos años que habia pasado en el cuartel. Todo era mas facil siendo soldado, poner la carne, obedecer y morir en la guerra o por una bala perdida o por una paliza, vaya que le habian dado palizas, pero siempre se levantaba, eso lo hacia sentir indestructible. Y si queria cambiar las cosas, ahora podia, pero se dio cuenta que nunca habia sido desde adentro el asunto, eso habria sido poetico pero sin duda era un delirio de niño.