Como mi deseo, fervoroso, ansioso,
concédeme mi voluntad,
de tanto luchar,
merezco ser recompensada,
María llena eres de gracia,
bendita tú eres entre todas las mujeres,
quién, mejor que tú, conoce mi secreto padecer,
interno apocalipsis,
añorado oasis.
Concédeme, al menos uno de mis infinitos deseos,
no permitas que la decepción me mire a los ojos de nuevo,
la luz en ellos te ofrece la verdad,
la verdad pura de un alma cansada de esperar,
te ruego,
ten por mí piedad.
Crea en mí un corazón puro,
libre de odio y rencor,
haz que brote en mí una flor majestuosa
digna de admirar,
digna de amar,
sálvame tú de este tumultuoso apuro,
pues yo,
no soy, ni buena, ni mala, sólo una mujer.
Considera mis plegarias,
porque cada vez que grito al cielo pareciera que ni las nubes escucharan,
dame una oportunidad, una razón para quedarme,
un reflejo de esperanza,
que se acaba el alba,
y por mí no espera el día.
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