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Plan Derrocar. Pt.1

May 30, 2024

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Plan Derrocar. Pt.1
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Miraba el maní subir y bajar en mi cerveza
Como una lámpara de lava amarilla
Las burbujitas a su alrededor parecían acariciar el grano con la delicadeza de una madre mimando a su bebe.
Un trago de la amarga bebida baja por mi garganta.
Pronto empieza mi horario, y otra vez no pude dormir, debo ver a un doctor, yo creo.
En las últimas semanas no puedo quitarme de la cabeza la imagen del niño asesinado, los niños no merecen morir, al menos no tan pronto y de esa manera tan cruel.
Deje 2 mil en la barra bajo el vaso vacío y me fui. subí al auto y sin prender la radio me dirijo a mi laburo.
Otro día aburrido, solo un par de borrachos molestando en una ypf, nada fuera de lo común. Termino el horario nocturno y en lugar de ir a casa me dirijo al bar, de dónde había salido 10 hs antes rumbo al trabajo.
Al llegar estaba Claudia, la chica que atiende durante el turno diurno. Era joven, rubia, atractiva y simpática. Sin embargo no siento ningún tipo de atracción sexual hacia ella, es más bien como una tierna hermanita.
-de nuevo?
Me preguntó revoleando los ojos
-que querés que te diga?
Repliqué
Nos miramos en silencio unos segundos, resopló y me tiró la rejilla con tan mala puntería que me pasó por al lado y cayó al piso.
- jaja, malisima
- ja ja ja
Dijo irónicamente con los brazos cruzados, la cintura levemente quebrada a la izquierda y la cabeza ladeada hacia el lado derecho...con esos ojos de fuego.
-ya está clau, tranqui que voy a estar bien.
-hace dos semanas me venís diciendo eso...nunca te había visto así, de verdad estoy preocupada.
No respondí, a pesar de los años de amistad, le falte el respeto dejándola en blanco... Me pare y me fui, así de fácil. Primero por supuesto había dejado el billete de dos mil bajo el vaso vacío.

Iba manejando por una calle transitada, eran cerca de las 14 hs, el sol llegaba a nosotros, pero el frio invierno no lo dejaba calentarnos.
Inexplicablemente el auto empieza a fallar, un cable de bujia supuse, pues parecia andar en tres cilindros... Puse balizas y pare.

Mientras husmeaba bajo el capó, notando que el problema estaba en la primer bujia, un tipo me encañona por detrás, subo las manos lentamente a la vez que retira mi arma de la sobaquera.

-tranquilo llévese todo.
Le dije
- lo único que me voy a llevar es a usted.

Acto seguido y sin darme oportunidad a voltear se me apagó la luz, me desmayaron.

Desperté en una oficina bastante lujosa, acostado en el sillon.
Durante el sueño tuve visiones sobre aquel chico, jure a sus padres que encontraría al asesino, y aún no lo hice.
Me levanté y note que aún tenía mis pertenencias y estaba intacto, salvo por qué faltaba mi arma reglamentaria.
Tras curiosear la biblioteca del lujoso recinto unos segundos, detrás de mi abrió la puerta alguien a quien reconocí al instante, era el presidente de la Nación.

Sali de ese lugar con una misión muy importante, el presidente me comunico que hay un grupo subersivo planeando un golpe de estado con apoyo militar. No podemos permitirlo, por lo que de manera incógnita reunieron a los mejores de cada fuerza.
El ego se me subió a las nubes, imagínense ustedes... Sin embargo en mi interior sabía que yo ya no era ese al que el necesitaba. Hace varias semanas había muerto el mejor investigador argentino, había muerto al sostener entre sus manos la cabeza de ese pequeño que dió su último aliento contra mi pecho.
Sin embargo no pude decir esto último y acepte la misión. Me devolvieron mi arma y me entregaron las llaves de un nuevo auto junto con un maletín con los documentos necesarios para iniciar la investigación.

Me dirigí al bar habitual, la noche ya había caído, pero quedaba media hr para las 20:00, horario en que se iba Claudia y llegaba Yesi, la chica del turno noche. Morocha, de unos 30 años, tenía un aspecto entre gótico y cheto, sin embargo su cuerpo, cara y actitud hacían que todos babeen por ella, yo, el primero.
Hice algo de tiempo a 20 mts del bar, mientras aguardaba que se vaya mi amiga Claudia, pues ese mismo día la había dejado  colgada con las palabras en la boca.
Aproveche la media hr que tenía para leer el expediente. Miembros del ejército tratarían de derrocar el poder levantando banderas con la cara de Videla y de Roca.
El movimiento socio-militar nacional argentino 
Se hacían llamar, y levantarían su primer bandera exactamente en 6 meses. Por suerte un informante encubierto había logrado enterarse del plan y entregar esa información a las autoridades democráticas.
Entré al bar, que se llamaba "Cienpies", al cruzar la puerta esquivé unos parroquianos ebrios que jugaban dardos, y correspondiendo saludos a la distancia me acerco a la barra.
Ella estaba de espaldas preparando algún complejo cocktail, de esos que le encanta preparar cambiando un poquito la receta, para que jamás dos clientes beban el mismo trago.
Una vez sentado en la barra a sus espaldas pedí una cerveza con la voz más profunda, grave y a la vez fuerte que pude. Volteo sorprendida de que un desconocido se atreviera a hablarle de esa manera, dispuesta a saltar a la yugular, pero en el momento en que esa mirada furiosa se cruzó con mis ojos se convirtió en una mirada luminosa, lo que me indicó otra vez lo que ya se.
-como estás mi amor?
Me dijo tiernamente
- he estado mejor...
Me trajo la cerveza y se sentó frente a mi, aprovechando que a esa hr el bar no la demandaba mucho, ella tomaba un gintonic.
-sabes que podés contarme lo que sea no?
Decía ella mientras yo tiraba un par de manies en el vaso burbujeante.
- obvio que lo se Ye, lo que pasa es que quizás no haya nada que decir.
-bueno yo creo que tenemos una charla pendiente..
Soltó de pronto, no me lo esperaba.
- y se puede saber acerca de que?
Le pregunté, haciéndome un poco el boludo
- sobre nosotros, lo del otro día no....
-tranqui, no se va a repetir.
La interrumpí
- eso es lo que me preocupa.
Sentenció

Nuestros ojos se quedaron fijos los unos en el otro, como hablando a espaldas de nuestra conciencia, debatiendo de un lado hacia el otro si debían salir corriendo juntos de allí en ese precio momento o si jamás debían volver a verse.
Por fin rompí el silencio;
- bueno, no te preocupes entonces, a las 4  te vengo a buscar.
- y quién te dijo que iba a ser tan fácil?
- tus pupilas...
Le guiñe un ojo, deslicé un billete de dos mil sobre la lustrada madera y parti. Inspirado.

Me dirigí al lugar que los expedientes señalaban como nuestra nueva base de operaciones. Me dieron de baja de la policía y me asendieron por decreto a inteligencia secreta.
Llegue, era una casa de lo más común.
Toque el timbre y me atendió un señor con cara de pocos amigos, que más tarde descubríria tiene un enorme corazón.
Me dejó pasar sin mediar palabra, en la mesa del comedor estaban trabajando distintos elementos de distintas fuerzas de seguridad. A alguno lo conocía, a otros no.
Lo cierto es que nadie pareció notar que llegue, me senté en el sillón más lejano a la mesa central y me dispuse a observar el movimiento que había en la habitación mientras fumaba un cigarro. Tras 10 minutos inmóvil en silencio, parece que todos se turbaron por qué uno de ellos no trabajaba como automáta, por lo que empeze a incómodarlos aparentemente.
Una muchacha muy bonita se paró frente a mi con los brazos en jarra, mirándome fijamente a través de unos lentes gruesos, su pelo de rizos atados sobre su cabeza dejaba un resorte negro colgando sobre uno de sus ojos,  lo que le daba una especie de belleza exótica.
-hola? Quien sos? Que haces acá?
La mire desde los pies hasta la cabeza, fingiendo sorpresa.
-perdon señorita pero esa es información clasificada.
Dije en tono burlón
- muy gracioso caballero, ahora identifíquese.
La mire extrañado, ante la autoridad con la que me hablaba aquella mujer.
- tranquila soy de los buenos. Creo que se quién puede ser la mente detrás del plan... No a ciencia cierta, pero es verdad que hay enormes probabilidades de que no me equivoque.
- como dice caballero?
- tranquila... Quien quiera que seas, todo a su tiempo.
- Erica Narvaez, prefectura.
- Lucas Colombro, policía federal, va, ahora servicio secreto de inteligencia...

Se dió media vuelta con tanta brusquedad que le melena de rulos se escapó de su amarre, cayendo sobre sus hombros con una gracia digna de la realeza.

Yo me pare tranquilo y lento y me deslicé fuera de la casa, saludando al guardia que me había dejado entrar.
-disculpe fuego tiene?.
Me preguntó.
-claro, tenga.
    

                           Continuará....

Santy Garrido

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