No sabía que estaba vivo aunque podía sentirme. Que era solo un recuerdo, tal vez, de otra vida. Una ceniza esparcida al viento.
Una caricia sin un te quiero, un adiós sin un beso. Una servilleta usada en el suelo. Y tus palabras aparecieron, dándome luz en un sendero. Un susurro al oído. Tu puedes, en ti creo.
Mi dolor llama al papel, la pluma sola aparece, no hay odio ni rencor, por tinta la sangre de mi miedo... Mira las sombras, se alargan al horizonte. Tu mirada es radiante al acercarce y susurrarme que me lance al abismo. Se ha ido el miedo a caer, quiero lanzarme sin cerrar los ojos, porque en mi tienes tu fe.
No habrá dolor amigo, está caída es eterna, un hoyo negro en el espacio de las aventuras. Sin alas volaras por los bosques, sin los pies caminatas sin cansancio. Escribe... No te detengas... Todo me dijiste.
Y voy cayendo y no estás sosteniendo mi mano. Tu luz me ilumina desde lejos. Tus esmeraldas me guían cuando te veo, sonríes pero igual voy cayendo.
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