Imaginando que ondulo tus rulos entre mis dedos mientras me mirás a los ojos, sosteniéndome la mirada, somnolienta, haciéndome pertencer al brillar de paz. No me iría nunca de ese momento. Visualizo el sol de la mañana que entra distante, pidiendo permiso por interrumpirnos, como si no le diéramos la bienvenida, pero le agradezco que con su aparecer reluzca lo tuyo propio, detalles que no puedo olvidar haber notado. La proximidad es tan profunda que nos pausa la respiración, para segundos después estar respirando cortadamente, y si esto tiene algún sentido o razón, solo te quiero más y más cerca; solo te quiero. Espero nunca nos toque separarnos porque entonces no podré ser capaz de ver a nadie más directo a los ojos con la misma dulzura, se alejará el sol y no veré tu cabello vestir el dorado. Intentaría y seguiría intentando, en vano, sólo te amo.
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