Las vi en el suelo,
los pétalos de aquellas flores
que un día me diste
cuando aún creía en tus promesas.
Frágiles, como yo,
tirada junto a cada uno de ellos,
Los tomé con fuerza,
como si al aferrarme a ellos
pudiera detener lo inevitable.
Así es el amor:
una flor hermosa,
que con el tiempo
va perdiendo sus colores
hasta que una fuerza mayor
te lo arrebata sin aviso.
Y aún recuerdo ese día,
cuando me las entregaste,
cuando aún éramos nosotros.
Recuerdo cómo terminamos,
y cómo un día, con rabia,
las arranqué del florero,
odiando tu amor,
odiando tus ojos,
esos que sabían quién era
cuando ni yo lo sabía.
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