A la inconsistencia misma del alma
le pesan los átomos del recuerdo,
la composición de una vida enajenada,
la exposición a una verdad insolvente.
Al cuerpo, en cambio, le pesan los golpes
el de las letras en voz alta,
el de las acciones en silencio,
no es más que otra armonía
que sangra en frecuencias bajas.
A mí me pesa el cielo arriba
y me suelta la tierra blanda en mis pies,
iré más ligero que mi alma
como globos atados a un suspiro,
una confusión que no busca solución.
Solo espero que sea mas liviano que ayer
lo que hoy cargué esperando el mañana.
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