Pesadilla n1 : enredos

En un rincón olvidado de la memoria, regresé a mi antigua habitación en Lota. Era un espacio pequeño, hecho de tablas, donde cada rincón guardaba ecos de mi infancia. La cama de una plaza y media, donde solía dormir junto a mi madre, me miraba con nostalgia.

Mientras intentaba organizar un mueble repleto de viejos objetos, desde vestidos de huasa que había usado en fiestas patrias hasta libros de la escuela primaria, una sensación de desasosiego me invadió. Al principio, el orden parecía posible, pero pronto descubrí que había más que solo polvo y recuerdos.

De repente, mi boca se llenó de pelos, como si algo del pasado intentara atraparme en su abrazo. Con cada intento de liberarme, me encontraba luchando contra esos enredos, sacando mechones difíciles de mis labios y garganta. Era una tarea interminable, como si el pasado se negase a soltarme. En momentos de desesperación, recurrí a unas tijeras, temerosa de hacerme daño, en la lengua, uvula y garganta, donde se enredaba, pero impulsada por la necesidad de liberarme.

La habitación, con un desorden que no dejaba ni respirar, se convirtió en un campo de batalla. Entre la lucha por deshacerme de lo que ya no me servía y la angustia de recordar lo que había dejado atrás, me di cuenta de que estaba atrapada en una danza entre el orden y el caos. El sueño se transformó en un viaje introspectivo, un eco de mis raíces que clamaba por ser escuchado, por encontrar la paz en medio del desorden.

Al despertar, el recuerdo de aquella lucha persistió, quede con la sensacion de angustía, sentí un nudo en la garganta como si el cabello seguiera ahi enrendandose en todas las partes de mi boca.