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Pesadilla en el ascensor

evaluna

Mar 6, 2024

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Pesadilla en el ascensor
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Tengo un sueño recurrente. Por algún motivo, el único lugar al que puedo y debo ir es a un ascensor. En realidad, creo que tengo que llegar a algún lado, y solo puedo hacerlo a través del ascensor. No puedo determinar estos detalles con exactitud, porque es un sueño, y por lo tanto es muy confuso. En la primer instancia del sueño, miro hacia la esquina del edificio en donde me encuentro y veo un ascensor del tamaño de una persona. Las tres paredes son de vidrio y también la puerta. El piso es una mezcla de vidrio y rejas.

Me desespero tanto que empiezo a voltear la cabeza hacia todos lados buscando la complicidad de alguien, buscando alguna otra persona que esté de acuerdo en que es una locura subirse a algo así. Pero lo único que consigo es que una multitud de gente pase por al lado mio como si no existiera, caminando apurados y sin siquiera mirarme. En ese momento me doy cuenta que algo tan cruel no puede ser verdad, que debe ser un sueño. Y me ruego a mi misma cambiar el rumbo de la pesadilla, intentando negociar con mi mente.

Cuando vuelvo la cabeza hacia la esquina, el ascensor desaparece. En su lugar, hay un arco en la pared que lleva a un pasillo algo oscuro. El edificio se vuelve uno más corriente, empiezo a ver las puertas de los departamentos y alfombras marrones aterciopeladas delante de cada una de ellas. Las paredes son amarillentas y las luces tintilean. Exactamente en el medio de la pared a la que me enfrento hay otro ascensor, que también parece más normal. Tiene espacio para aproximadamente cinco personas, es algo oscuro y parece viejo. Me acerco despacio, aún con miedo y desconfianza. Hay más gente que entra conmigo, recuerdo a un hombre que lucia muy seguro, y se reia de mi y de mi miedo. Eso me dio más seguridad. Pero estando dentro del ascensor, mi corazonada se hace cada vez más fuerte. Observo los botones, grandes y grises. Confirmo mi mal presentimiento cuando el hombre que se rie de mi aprieta un boton con el numero noventa.

El vértigo me invade cuando el ascensor empieza a ascender, y mis palpitaciones van en aumento con cada piso que dejamos atrás. Me desespero, grito. La puerta se vuelve de rejas y puedo ver con claridad cada pasillo que pasa por delante mio cada vez con más lentitud. La experiencia se vuelve eterna, y asi también mi desasosiego. Finalmente llegamos al piso noventa. Se trata de una especie de suite, muy lujosa y espaciada. Nunca estuve en realidad en un lugar así, solo los conozco de las series y las peliculas.

Sin embargo, me siento igual que aquella vez que subí por primera vez a un faro, y al llegar a la cima sentía que toda la estructura daba vueltas sin parar. Nunca antes me había mareado, y no asociaba esa sensación a una percepcion mia sino más bien a un hecho. Y el miedo me invadió e intente abrazar al piso en un intento de no caerme. De esa manera me sentia yo en esa suite, sabiendo que estabamos a noventa pisos de altura, intentando no mirar a los alrededores para no encontrar ventanas. Gente y más gente seguía llegando, todos parecían alegres, creo que se trataba de una especie de fiesta. Nadie advirtie mi pánico, aunque esté tirada en el piso sin poder respirar bien. Miro al ascensor y ahora lo pienso como una escapatoria, como la única manera de salir de la pesadilla. Intento moverme pero mi cuerpo me pesa de manera sobrenatural, todos mis movimientos se enlentecen. Lo máximo que consigo es gatear, e intento alcanzar el ascensor con mi mano, en vano. Nunca llego al ascensor.

evaluna

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