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Personaje raro

Aug 19, 2024

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Personaje raro
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Personaje raro

Eres el personaje extraño de mi novela costumbrista. Eres el que nunca está atento a las estaciones, cosechas y bailes de salón. No sabes ver la hora, ni te van bien las matemáticas, ni pudiste aprender a bordar cómo tus hermanas mayores. 

Te fijas en otros detalles que el resto no ve. Atraída por el misterio de las catacumbas cerradas, los cementerios de tierra y los entierros. Perturbada por los ciclos lunares. Atraída por los hechizos que cuentan las nanas para ir a dormir. 

“¿Por qué cierran las puertas del mausoleo si los muertos no pueden caminar?” preguntaste en medio del funeral de tu abuela. “Porque alguien podría entrar” masculló tu padre con la voz teñida de la vergüenza, bañado en sudor porque el verano caía implacable sobre los deudos. 

El estallido de imágenes explotó a tu cerebro dormido por el dolor. Ladrones de cadáveres, pensaste, personas que conservan los cuerpos cómo un adorno más. Una casa rebosante de figuras muertas por las paredes amarillentas. Posiblemente, ese lugar no podría tener pintura por ningún rincón. Porque llega un momento en que el cuerpo estalla cuando avanza su estado de descomposición. 

Lo averiguaste cuando dejaste el conejo muerto en la parte trasera del jardín. Fuiste a mirar todos los días para anotar los cambios más visibles. Lo primero, cuando volaron las pulgas y chinches de ese cuerpo que no tenía calor, lo segundo, cuando comenzó a despedir un olor cada vez más insoportable. Lo último, cuando volaron los restos dejando un revoltijo de viceras y caldillo amarillo. Los humanos deben hacer lo mismo porque los cementerios están repletos de esa huella oxidada. 

En los pasillos de esa casa, las vísceras dejarían un color similar. Los familiares negacionistas de la muerte, los pondrían en la mesa a comer sus platillos favoritos, en el campo a trabajar, en el baño para quitarles el olor rancio de la carne pudriéndose. Pasarían tantas veces el jabón que los pedazos de piel oscura, dejarían marcas en la bañera.  

El camino que dejarían esos muertos se convertirían en sendas oxidadas de la rutina…

Quizás tu error fue mirar demasiado tiempo hacia un punto lejano, cuando las imágenes pasaban por tu cabeza distraída. El otro error, por supuesto, fue decir la verdad en vez de decir un escueto nada, cuando tu padre te preguntó qué pensabas. 

Entonces estás ahí, frente a la mirada perdida del Cristo Redentor bañado en su propia sangre (idéntico a los cadáveres de la casa imaginada) Después de la paliza, te dejaron en ese rincón de la fría iglesia para rezar el rosario. 

Eres el personaje raro de mi novela, a quién tratan de modelar al realismo. Eres a quién le derrumban los sueños cadavéricos explicando que solo roban las ropas de los difuntos. Eres el personaje raro de la novela que está aún soñando con su casa putrefacta donde han amado a sus hijos más allá de la descomposición.


Mabel Hervia

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