...
Del no trasnochar, el madrugar.
La vida, ese telar variable, teje un lienzo, a veces uniforme, punto inglés, arroz, garbanzo, panal... a veces, variable, como ese modo de hacer con lanas viejas o hilos de cualquier madre.
A veces vivir es como eso que llaman patchwork.
Mi abuela aprovechaba todo lo que encontraba y nos hacía calcetines. Lo moderno de hoy, con esas prendas en colorines, era ya de uso habitual en mi casa allá por los setenta. Duraban poco, bien es verdad, de tan usada la materia de la urdimbre.
Tras la noche típica el típico día.
El sol invicto vuelve a ganar terreno a la oscuridad y la vida sigue con su ritmo habitual: el facha a preservar su interés o a defender el interés del rico y los demás a intentar que los derechos sean por encima de cualquier privilegio.
Las gentes del tiempo con sus previsiones honestas. Errores y aciertos. Los economistas augurando según quien les pague el sueldo. Y yo sin magia en mi melena o sin melena para ninguna magia, atisbando que lo que viene, para la Humanidad, no es bueno.
Sigue el personal con la ilusión de hacer largos vuelos ¡se joda el aire que metemos al cuerpo!
No nos planteamos reducir el consumo de vida animal e incluso nos reímos de quienes sí lo hacen y lo defienden. Envolvemos hasta los huevos fritos.
Cualquier avance que suponga menos consumo de petróleo es ocultado al mundo (intereses particulares por encima del bien general. Capitalismo).
Cualquier guerra vale. El negocio de las armas solo funciona si hay masacres.
La hipocresía es una cualidad indisociable del modo de sociedad que se ha impuesto.
¿Qué dijo ese ladrón anoche? Hipocresía.
Ladrón sí, como poco de la Jefatura del Estado. Si fuera decente la dejaría para que el Pueblo dispusiera.
Y los jueces golpistas habrán gozado de unas mesas llenas de calidades inalcanzables para los mortales juzgados. Esas indecentes gentes que merecen más la cárcel que cualquiera que esté hoy encerrado.
Ya saben, por muchos mensajes de esperanza y buenos consejos, nada cambia. Por mucha misa, lo miserable no desaparece.
Sigan disfrutando.
Y... Ya que se ha mencionado al ser:
¿Qué huevazos hay que tener para ser un Felipe VI?
Es que imaginen esa situación en su modesta vida.
Usted es un funcionario que tiene su puesto por enchufe de su padre, sobre el que se ha demostrado que usó su cargo de funcionario para robar a manos llenas y anda huido por el extranjero. Además, usted mismo sabía todo ese trapicheo del padre y es consciente de que todos a su alrededor saben todo esto.
Y le dicen de dar un discurso de ejemplaridad como pregonero de las fiestas mayores.
Para hacerlo hay que llevarlos en carretilla.
Los huevos.
(Pero es lo que debe tener la indecencia, que aligera el peso testicular).
Mensajes:
Nos hablan de Derechos quienes tienen algunos que nadie más tiene.
Nos hablan de Justicia quienes se manejan al margen de la Ley.
Nos hablan de austeridad quienes viven en palacios.
Nos hablan de Paz quienes negocian con armas.
Nos hablan de Unidad quienes dividen a los pueblos.
Nos hablan de trabajo quienes no han dado un palo al agua en su vida.
Nos hablan de Educación quienes la desprecian y la deterioran.
Nos hablan de Ecología quienes más contaminan el planeta.
Como en el tenis, se atiende en silencio mientras esas pelotas se juegan. Y entre discurso y discurso se aplaude, se protesta o se vitorea.
Es un juego que se llama hipocresía.
Y siempre lo ganan ellos.
Set y partido.
El tal Felipe.
Quizás bebido o de otro modo drogado, una noche, ya muy tarde, se cuestionaba a sí mismo.
¿Es legítimo que yo sea Rey?
¿Qué derecho me asiste por encima de cualquier otro?
¿Me quieren mayoritariamente los españoles y las españolas?
Y … tuvo una resaca memorable.
(Luego se le pasó y sigue el baile).
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