La objetividad periodística es una falacia. Un pacto mentiroso que todos acordamos respetar. No podemos ser objetivos si se registra un femicidio cada 29 horas. No podemos ser objetivos si entre 357 mil y 690 mil niñas y niños dejaron el colegio en el primer año de la pandemia. ¿Cómo podemos guardar silencio ante tales injusticias? ¿Acaso no es nuestro deber informar e invitar a la reflexión? Y de todas maneras, cuando elegimos mostrar algo de manera "objetiva"... ¿no estamos siendo subjetivos? Porque por más que la palabra sólo describa lo que está sucediendo, ya está interviniendo en la realidad. Eso que mostramos ya no es un hecho puro, es un recorte que se hizo porque no hay diario impreso ni digital que pueda abarcarlo todo. Entonces, ¿es posible ser objetivos?
En la actualidad, las redes se volvieron un espacio muy poderoso de construcción de verdades. Este entorno, favorecido por las dinámicas de viralización propias de las plataformas y el ritmo de producción seriado que rige las redacciones, no da lugar a la verificación y alienta la creación de fake news. Y no solo eso, sino que los periodistas por miedo a la cancelación o a ser calificados como "poco objetivos" renuncian a su papel crítico. Entonces, en nombre de la objetividad, se producen noticias homogéneas y masivas que pretenden ser una reproducción fiel de la realidad.
Por ejemplo, ¿se acuerdan de la ola de robos “piraña” en Nueva Córdoba en agosto del año pasado?. Con rapidez empezaron a circular por diversos medios y redes sociales un sinfín de “pruebas” que aseguraban la veracidad de los hechos. Todos se limitaron a reproducir ese suceso sin contexto y sin verificar la autenticidad de esos vídeos, ocasionando un estado de pánico y terror entre las personas.
Volvamos un siglo en el tiempo. Más precisamente nos ubiquemos en el inicio de la Primera Guerra Mundial. En ese contexto, el Dadaísmo, un movimiento artístico y literario, surgió como una forma de protesta ante los cánones estéticos dominantes. Como en su momento los dadaístas se quejaban de que no todo es arte, hoy no todo es periodismo. El hecho de escribir o mejor dicho describir un acontecimiento no lo hace más o menos verdadero. Es tiempo de que como el artista, el periodista asuma responsabilidad respecto de su enunciación e interpele al pensamiento racional.
Entonces, ¿es posible ser objetivos? No, no es posible. Quizás es tiempo de que surja una “vanguardia periodística” que ponga en jaque el periodismo actual. Un movimiento que se burle de aquellos medios tradicionales que se jactan de ser objetivos, que creen en la posibilidad de que el lenguaje pueda registrar en forma inocente una "realidad”. Que le ponga en sus narices la verdad evidente: la objetividad es una falacia.
Antologiadeunamenteinoportuna
Bienvenido a Antología de una mente inoportuna donde encontrará caos, desorden, confusión. Pero debo advertirle: la casa no se hace responsable si sale con las ideas alborotadas.
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