Perder
Afirman que la derrota no es una desdicha,
que uno debe aprender a perder.
Pero,
¿y si el objeto de la pérdida no es un suceso, sino un ser?
Perder a un ser amado y naufragar en uno mismo.
Se siente como vagar en un mar de tinieblas,
sin faro,
sin destino,
sin luz.
En la adolescencia, la emoción es un nervio expuesto.
Pero, ¿quién se apiada de la efervescencia de los jóvenes?
Se exige no caer,
se prohíbe inclinar la cabeza ante el "perder".
Inmediatamente uno es juzgado como un ser inerte,
pero, ¿y si la pérdida es de algo más profundo?
Algo tuyo,
algo tan esencial que te induce a la auto-denigración,
a considerarte un ser inútil.
Incapaz de aportar sensatez,
incapaz de sostener una vida.
No me pidas que aprenda a perder,
no me pidas no caer.
No puedo ser juzgado por el luto de la muerte de algo que era mío,
y que yo misma no pude mantener.
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