pensamientos

A veces miro por mi ventana simplemente imaginando como mi vida sería en otro lugar muy muy lejano. Veo las nubes y les busco forma, veo las personas en la calle, me fijo en sus rasgos y me pregunto si estarán satisfechos con sus vidas. Cuando el viento es lo suficientemente suave y fresco en la primavera me mueve el alma y me da nuevas razones para despertar.

Decir que nunca fui de las que hablan mucho sería una mentira, pero fui silenciada de tantas maneras, por distintas caras y en escenarios distintos, que progresivamente fui dejando de lado esa forma de ser, casi olvido que esa persona alguna vez existió.

Tal vez lo prefiero así, con mi mundo interno encerrado en un placar, con cartas de amor y notas de resentimiento en una caja fuerte. Con papeles y tinta derramada, sentimientos expuestos sin ser descubiertos y un mundo de fantasías seguro el cual nadie puede destrozar.

Y está esperándome, aunque solo vuelva a ellas cuando tengo la mano adolorida de tanto escribir y siento que el pecho me va a explotar. Cuando necesito un refugio del cual nadie me pueda sacar, para poder divagar como más me guste o tal vez soñar despierta por una nueva realidad, o quizá solo para relajarme y sacar esa mochila que tanto me cuesta llevar.