Pensamiento bajo la fría noche.
Oct 20, 2025
La vida es un suspiro. Fugaz; menos que un pestañeo, ni siquiera logra alcanzar el minuto.
Toda una vida a tus espaldas, corriendo como un niño, y, de repente, un día cruel cambia todo aquello que conoces.
Un accidente, una enfermedad, una tragedia. Y entonces, todo cae. Una torre de naipes azuzada por el viento, o un torreón siendo asediado por el enemigo. ¿Qué se hace si el dolor quema todo aquello que se ha construido? Nadie, absolutamente nadie sabe cómo afrontar la crudeza de estos momentos. Ni siquiera la mente puede mantenerse a flote durante momentos como lo son la muerte.
Muerte, maldigo tu existencia.
Ni siquiera portas un nombre. Puede que incluso no sepas los nombres de aquellos a quienes atacas. Eres débil, torpe, ácida, brutal, triste… Vienes sin previo aviso, con ganas de causar estragos; eres reina de los lamentos, y quieres que nosotros, que hablamos en una lengua sin tono, cantemos las notas que componen tu melodía.
Ojalá poder tomar todo lo que te escribo
y clavarlo en tu pecho como si fueras una marioneta ciega y muda.
Muda de dolor, ciega de pena.
Quisiera poder reír algún día recordando cuando yo,
un triste y adormilado cuentacuentos,
tomé uno de los nudos de tu garganta
y lo devoré delante de una de tus cuencas. O de las dos, quizás.
¡Qué más da! Los dos dejaremos de existir
una vez que yo muera; no recordaré quién eres,
¡y tú ya no tendrás quién aclame tu nombre
bajo las tormentas de invierno!
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