La mirada del animal marca la presencia.
El miedo y la adrenalina se trenzan en un solo hilo.
La naturaleza, en su forma más cruda, me quiere matar,
y acá no hay razonamiento que valga.
De un fiel hilo hoy se tensa y se zafa;
su hoja sale ilesa,
de una casa flotante a su propia trampa,
en movimiento errante, en cualquier momento.
Su aura trae la oscuridad y la crueldad que manejan los códigos del fondo del mundo.
Sí, Dios ha creado vida,
pero a su vez,
ha creado máquinas asesinas, biodiseñadas para quitarlas.
La cadena alimenticia saca chapa de capataz,
del orden de los factores.
No puedo batir ninguna.
Pienso pelear hasta dejar de existir,
frente a la hostilidad de mi adversario.
No puedo dejar pasar esta oportunidad:
llegar golpeando al cielo de los guerreros y ofrecer mi corazón,
si es lo único sagrado que tengo
y ni siquiera me pertenece.
Todo es prestado,
como este momento encajado detrás de otro momento encajado.
Una columna infinita.
Serví con orgullo a la patria mía.
Hoy, un tizón del infierno,
prendido fuego,
desgarra el aire
y busca en el humo rozar las caricias del sol abrazado al cielo.
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Damaso
Ese individuo que cae mal a los que duermen con la luz prendida, a los que le tienen miedo al que diran, a los que le tienen miedo a morir...
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