Ya no soy la misma de antes,
todo cambió cuando te fuiste.
No fue solo tu ausencia lo que quedó en el aire,
fue el derrumbe de mi reflejo,
la fractura de lo que creía eterno.
Ya no tomo tanto café,
porque en cada taza estás tú:
el amargor me sabe a nosotros,
y beberlo ahora es un rito de ausencia.
Ya no fumo como antes,
no hay quien encienda mi encendedor
con esa forma tan única.
El humo se enreda en mi memoria y me asfixia,
me trae de vuelta a cada instante en que te vi,
en que te tuve, y después te perdí.
Éramos tan iguales,
que al perderte fue inevitable perderme también,
y ahora camino con pedazos de mí desordenados,
con un corazón que late distinto,
con un miedo feroz a decir "te amo"
porque temo que se quiebre otra vez en mi garganta.
Ya no soy la misma,
y ese es mi mayor miedo:
que en cada cambio se me escape lo que fui contigo,
que al soltar tu mano
me haya soltado a mí también.
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