Tus caricias sobre mi ser ya no se sienten igual de dulces. Tus besos se sienten más como carne podrida rozando mis labios. Tus palabras ahora se sienten tan gélidas como una brisa invernal.
Poco a poco me voy dando cuenta de mi real "utilidad". En realidad, tú nunca fuiste genuino al decirme "te amo", más no al decirme "te deseo". Yo accedí en volverme tu pequeño cuerpo inerte que puedes tocar y desgarrar al antojo. Acepté cada una de estas torturas en mi débil corazón, únicamente porque quería sentirme amada por ti, sabiendo muy bien que solamente saciaba tu hambre voraz.
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Escribo lo que cruza por mi mente para evitar plasmarlo en mi vida cotidiana.
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