En sombras y silencios de inocencia, la niña oculta su alma herida,con miedo en los ojos, desconfianza, pues el dolor marcó su vida.
El abrazo, arma traicionera, dejó cicatrices en su piel, y en su corazón una barrera que la separa del ayer.
Mas un día, entre murmullos, una mujer apareció, con un corazón sin orgullos, y una ternura que brilló.
Su abrazo fue luz en la penumbra, caricia suave de libertad, en sus brazos la niña no se encumbra, y su miedo empieza a sanar.
Ella, la única que entiende, que no juzga, ni hiere al tocar, en su cariño la niña se prende, y en su abrazo encuentra hogar.
Entre susurros de consuelo, se reconstruye lo que fue roto, con la esperanza, como un cielo, y el cariño, su más dulce broto.
-Rena
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