Celebremos, entonces, la ironía de la vida:
los que juraban dominarlo todo
hoy bailan solos en un escenario que ya no los reconoce.
Y nosotros, que solo esperábamos,
disfrutamos la función más dulce de todas:
la de ver a los que se creían eternos
descubrir que, a veces, el final del cuento
es mucho más gracioso que la farsa que armaron.
Hoy se termina el desfile de tus fantasmas,
los que creías gigantes ahora son humo.
Te mirás al espejo y la corona pesa,
porque el público ya cambió de asiento.
Cantaste victoria antes de tiempo,
pisaste fuerte sobre arenas que se mueven.
Ahora toca reír desde la platea,
mientras tu show se desarma en silencio.
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