Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?
Aug 1, 2025

Parte 3:
Corte Carmesí.
Capítulo 4.
Desperté con el sol que me pegaba en la cara, Galeano me estaba apurando, había vuelto a guardar las cosas en la mochila y estaba listo para seguir nuestro camino. Desperté casi como nuevo, había descansado bien pero me dolían algunos músculos. Irys aún seguía desmayada, Galeano la tomó en sus brazos y comenzó a caminar. Comí el resto de la manzana que había dejado ayer, y mientras caminábamos, hablé con él.
—¿Hacia dónde nos dirigimos?
—Hacia nuestro siguiente destino —dijo sin apartar la vista del frente—, el Kingdom. Yendo por aquí recto deberíamos llegar en un día… día y medio quizás.
—¿Cómo está Irys, se encuentra mejor?
—Su cuerpo no pudo resistir. Debe estar sufriendo por dentro.
Noté preocupación en su rostro.
—Espero que despierte pronto, pero necesitará un descanso intensivo —añadió, hizo una pausa, y luego continuó—: Ha sido muy traumante para ella, su dolor es más sentimental que físico. No he querido mirar entre los cadáveres pero estoy seguro de haber visto caras familiares.
No dije nada, pero agaché la mirada y me lamenté por dentro. Ahora entendía por qué ella no quería luchar contra los soldados. Estuve a punto de dejar caer una lágrima, pero me contuve. No quería volver a recordar ese escenario desastroso y horripilante.
Caminamos lo suficiente como para empezar a ver otro color que no sea rojo. Delante nuestro se alzaban montañas y se daba paso un amplio sendero por entre medio de ellas. El ambiente se tornó árido y desértico muy pronto.
—Deberíamos ver el reino poco después de cruzar estas montañas —mencionó Galeano.
—Espero que el Kingdom sea un poco más tranquilo —dije sonriendo.
—Eso espero… Ese reino ha estado en guerra desde hace más de medio siglo.
Miré a Galeano con angustia, y supliqué para que él estuviese bromeando.
—¡¿Cómo que en guerra?!
—Tranquilo, si fuese muy problemático nadie viviría allí. El reino está ubicado alrededor de una gran ciudad, la más grande de todas de hecho. No era mi intención asustarte, pero creo que es necesario que entiendas que estos son tiempos de guerra, como lo que ocurrió ayer. Estaremos protegidos cuando lleguemos al reino, no te preocupes.
Las palabras de Galeano no me habían dejado más tranquilo, al contrario, temía que algo malo nos ocurriese. Luego de un largo rato caminando, nos detuvimos a descansar, y nos apartamos del sendero para atravesar el campo árido y asentarnos cerca de la montaña a nuestra derecha.
—¿Por qué le ocultas a Irys lo de tu habilidad? ¿No crees que es mejor que lo sepa?
Galeano se quedó en silencio, apoyó su mochila en el suelo y fue sacando un par de hogazas de pan viejo, un poco de miel y algo de queso.
—Quizás sea cuestión de tiempo hasta que ella lo descubra... No lo sé —dijo—. No me pidas el por qué, no es de tu incumbencia. Pero debo darte las gracias por no decir nada hasta ahora.
Me tendió una hogaza de pan con queso y miel, lo acepté, y a pesar de que el sabor no era muy agradable, lo disfruté. Me recosté en una roca y observé el cielo; no había ninguna nube, estaba totalmente despejado. No rondaba ni un pájaro, y por el suelo, ni un animal. Sólo éramos nosotros y la compañía, ligera y suave, del viento, que se mostraba al mecer los arbustos y los pastos secos. Galeano le dio un poco más de agua a Bara, le dejó encima de una pequeña roca cuadrada un montoncito de pasto, y él se recostó en una roca y destapó un vino.
—No he querido contarle a nadie más sobre mi habilidad, no por lo menos a seres queridos. Mi deseo es envejecer a la par que ellos. Pero siempre aparece la misma pregunta, "¿Nunca envejeces? ¡Te ves igual que hace veinte años!" Y se ríen… Y yo por supuesto también me río, río para no llorar —dijo de repente, cuando pensaba que no hablaría más del tema.
Y seguido de eso, no volvió a hablar. Le dio un par de tragos a su vino, se secó la boca con su manga, y lo volvió a tapar. Lo había entendido, y por respeto a él no volvería a mencionar el tema. De tanto en tanto, Galeano mojaba cuidadosamente los labios de Irys para mantenerla hidratada. Era un proceso tardío, lo hacía gota por gota para no hacer que se ahogue.
Luego de descansar unos minutos y reponer energías, seguimos con nuestro camino.
El sol estaba justo encima de nosotros, el calor empezaba a ser agotador y se nos estaba acabando el agua. Estábamos preocupados ya que se nos acababan las provisiones. Galeano estaba preocupado por Irys, no lo mencionaba pero se le notaba en su rostro. Y no es que yo no lo estuviese, pero él le tenía mucho más afecto a Irys que yo.
No hubo nada emocionante por el camino más que arbustos secos y montones de ramas y hojas muertas esparcidas por todo alrededor. Además de esto, la vista era un tanto peculiar aunque, en cierto modo, bella; las franjas azules que veíamos desde que llegamos a las costas provenían de aquí, como si estuviésemos siguiéndoles el rastro. Las franjas seguían su camino más allá del sendero, pintando partes del camino y en gran medida las montañas, que tomaban un tono azul oscuro. Durante el transcurso de aquel día y el siguiente, Galeano me fue explicando algunas características de la ciudad a la que nos dirigíamos.
—Te sorprenderas —comenzó a contar—. Es de las más avanzadas económica y tecnológicamente.
Me había dejado las expectativas bastante altas, estaba ansioso por llegar al reino.
—¿Y por qué está en guerra?
—Hace alrededor de cincuenta años, ocurrió una disputa entre el rey del Kingdom, Mickael, y la reina Fredericka, del Queendom.
—Todos ellos… todas las personas importantes… tienen habilidades, ¿verdad? —pregunté.
—Claro, normalmente los reyes tienen habilidades, es por eso que logran ser superiores y llegar a reinar. Hay algo que no te he explicado aún —me dijo—. En este mundo existe algo que se conoce como "Influencia". Es una especie de sustancia intangible e invisible que se manifiesta en las personas. Es complicado de explicar, pero básicamente los seres más poderosos pueden emanar de forma natural esta Influencia, haciéndo a ellos mismo más… importantes, digámoslo así.
—¿Influencia? —dije, y me quedé pensando un momento—. Creo que ya me habías hablado de eso antes…
—Así es, tus guantes están hechos con algo de Influencia. El proceso de convertir esta sustancia en algo tangible y manipulable es muy tardío y complicado. Pero tiene enormes beneficios.
—¿Y cómo es eso posible, cómo se obtiene o cómo funciona?
—Si te lo explico no lo entenderías. Pero, resumiendo, esta Influencia posee poder propio y es altamente resistente, se la imbuye a los objetos para que obtengan propiedades de habilidades, dependiendo de quien haya sido la Influencia.
Durante todo el resto del viaje, hasta que paramos a descansar, no pude dejar de pensar en esa tal "influencia" y en cómo es que podía ser utilizada para hacer cosas como mis guantes. Llegada la noche, luego de asentarnos, descansar y cenar cerca de unas enormes rocas desprendidas de las montañas, le pregunté a Galeano.
—¿Ahora que lo pienso, si bien me trae náuseas, que ha sido eso de ayer, por qué vinieron en ejército a atacarnos?
—Fue extraño para mí también. Fui toda la vida amigo de Gerard, el rey del reino del Tardío Amanecer, y no pensé que se molestaría de esa forma. He intentado no pensar en ello durante todo este rato, lo de ayer fue una masacre que desearía que no hubiese ocurrido.
—Gerard... —dije—. ¿A qué te refieres con enojarse? Aquel castillo, el castillo al que entré, el que supuestamente era de rey del Tardío Amanecer, eso parecía más un iglesia, o un funeral… ¡De hecho él estaba acostado en un ataúd!
—Entiendo, entiendo. Sé a lo que te refieres, no hace falta gritar —dijo mientras se acomodaba en el suelo-. El rey cayó en coma hace más de una década luego de luchar contra una enfermedad mortal. Pero aún no ha muerto, aunque sólo es cuestión de tiempo. Lo que viste es un altar que le hicieron hace diez años, allí descansa, una vez al día le inyectan proteínas y lo mantienen sano, pero su cuerpo se ha ido deteriorando demasiado. Aquella vez que te encontré dentro del castillo lo vi de reojo, sólo vi su cara maquillada, pero noté un increíble deterioro en él.
Me quedé pensando. Mis ojos se encontraban perdidos, intentando comprender.
—Sé lo que te estás preguntando —me dijo—, la habilidad de él, la cual le desarrolló esa enfermedad, era el poder tener ojos en todos lados. Es decir, aún funciona aunque esté en coma, maneja y vigila a su reino mientras siga con vida. Su influencia le hace ser capaz de dar órdenes, dirigió y guío su ejército hacia nosotros, pero aún no entiendo el por qué, algo le habrá molestado. Es decir, sí, quizás el que hayamos tomado su disco, y que lo hayas "destruido" sin querer, le molestó. Pero jamás esperé de él esa conducta, esa forma de actuar.
—¿No habías dicho que tenías una gran inteligencia? No es por ofender, pero... ¿no... lo previste? —le pregunté con mucha cautela.
Galeano volteó a verme con una cara que denotaba cierta decepción.
—Tendré inteligencia, pero no soy adivino —dijo—. Para eso ya existe una habilidad que "adivina" el futuro. No me ofende tu pregunta, pero quiero que entiendas que no soy un maestro de guerras ni sé de tácticas, ni soy muy buen estratega... al igual que no puedo prever lo que harán los reyes y qué decisiones tomarán, no sé de otras cosas. No por nada, sino porque mi habilidad sólo me permite retener y comprender la información más fácilmente, no el saberlo todo en todo momento.
—Entiendo —dije, y me sentí un poco tonto.
Luego de explicarme todo esto, Galeano se acomodó y se acostó. Tardé un rato en dormirme, tenía en mi mente todo lo que me había dicho, y me quedé dándole vueltas y vueltas en mi cabeza. Me quedé pensando en esas personas inocentes que nos atacaron, claramente la mayoría de ellos eran ciudadanos comunes medianamente armados y además habían pobres animales los cuales también fueron asesinados. Me dormí con ese pensamiento, ese horrible pensamiento.
Al día siguiente logramos salir del bioma árido, seco y montañoso para el mediodía. Teníamos delante una pradera verde y fresca. Estaba bastante poblada por grupos de pinos. En la lejanía se podía apreciar, cada vez más claramente a medida que avanzábamos, estructuras de diferentes tamaños. Además habia una hermosa vista de campos de trigo, resplandeciendo de un amarillo brillante a la luz del sol, junto con una variedad de molinos, corrales de ovejas, cabras, vacas y caballos. Estábamos llegando al reino.
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