Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?
Aug 6, 2025

Parte 4:
Kingdom.
Capítulo 2.
Me levanté durante la noche. Galeano había entrado a la habitación cargando un par de bolsas las cuales dejó en la mesa. Se sentó en el borde de la cama de Irys, la miró unos segundos y acarició las sábanas por donde estaría el brazo de ella. Luego, se levantó y se fue. Se me había acabado el sueño, estaba como nuevo. Prendí la luz de la habitación sólo unos segundos para buscar ropa en mi mochila. La luz era bastante fuerte y cegadora así que di un último vistazo al reloj de la habitación y la volví a apagar. El reloj marcaba la medianoche.
Bara descansaba tranquilamente sobre su mantita. Entraba una tenue luz de las farolas de la calle por entre las cortinas de las ventanas que daban al balcón. Se escuchaban de vez en cuando las pisadas de diferentes personas yendo y viniendo, caminando por la vereda. Me asomé a ver, y en general, la ciudad se encontraba bastante vacía a horas tan altas. Me dirigí al baño y me di una ducha. Me relajé, traté de disfrutar del agua calida, del jabón, y de los agradables aromas. El baño era bastante bueno, estaba limpio, tenía azulejos celestes y blancos, relucientes, y una buena cantidad de aromtizantes, jabones y cremas. Recordé entonces, cuando me volví a poner los pantalones, aquel ticket, el ticket que me dio el hombre extraño en el reino del Tardío Amanecer. Me palpe los bolsillos, metí mi mano, pero no los encontré. Recordé luego que lo había dejado en mi mochila, y cuando fui a comprobar, allí estaban. Los tomé y me los guardé en mi bolsillo, pensé en preguntarle a Galeano sobre el ticket cuando lo volviese a ver.
En dado momento me dirigí a las ventanas, aparté las cortinas, y salí al balcón. Todo estaba muy tranquilo, vi pasar a una sola persona, caminaba sin prisa y con las manos en los bolsillos. Veía a algún que otro perro el cual desaparecía al salir de la iluminación de las farolas y se escondía en la oscuridad. Veía los guardias que hacían la vigilancia nocturna, tranquilos, sin miedo ni temor aparente, con sus armas envainadas. Mostraban profesionalidad y formalidad, yendo rectos de un punto A a un punto B, pero al cabo de un rato, se cansaban, se aburrían, y se apoyaban con los brazos cruzados en las paredes de los locales. Me sentí un poco más somnoliento, y me acerqué una silla para sentarme a ver más cómodamente. Mis brazos colgaban rendidos, mi vista se encontraba perdida en las estrellas, y así, me dormí otro rato.
Me despertó un ruido repentino, que no pude saber en el momento de que se trataba. Cuando abrí los ojos, la luz cegadora del sol me hizo retorcerme, y entonces escuché un montón de ruido que provenía de los pasos y las charlas de las personas, los motores de los autos y las carretas de caballos, y los pájaros cantando y los perros ladrando.
Me levanté y me dirigí cerca de la mesa donde habíamos puesto nuestras bolsas y mochilas. Miré lo que había traído Galeano anoche; dos bolsas con comida y bebida además de unos paños y más alcohol etílico. Agarré un poco de comida y desayuné. Caminé hasta la cama de Irys. Me asusté al verla, estaba despierta y sus ojos me observaban. Tenía su cabeza girada hacia mí con el cuerpo recto y completamente tapada. Noté en sus ojos aún mucho cansancio, estaban casi cerrados.
—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? —le pregunté.
Irys cambió la expresión en su cara, que se encontraba sin emociones, por una ligera sonrisa. Intentó responderme pero parecía afónica y no logré escucharla. Luego, al ver que no podía entenderla, simplemente asintió con la cabeza. Le acerqué agua y comida en la mesita al lado de su cama.
—Descansa. Aún te ves muy débil —dije, y le ayudé a hidratarse y a comer.
La veía muy débil y sin ganas, tuvo dificultad para apoyarse en la cama y sentarse.
—Estamos en el Kingdom, en un hotel —le dije, y esa era toda la información que sabía.
Irys intentaba sentarse en la cama, y al ver que le costaba, le ayudé. Acomodé su almohada sobre la pared, y recosté su cabeza. Ella empezó a soltar un sollozo que no tardó en transformarse en un llanto. Traté de tranquilizarla. Le pregunté qué le sucedía, pero ella apenas y podía llorar. Su voz estaba totalmente destruida y con una mano se secaba las lágrimas de los ojos mientras con la otra se tocaba el cuello, como si le doliese enormemente la garganta.
—¿Te duele? No llores, te hará peor… Galeano ya vendrá…
No sabía qué decirle, pero traté de calmarla como pude. Durante treinta minutos no paró su llanto, pero con el pasar del tiempo su lamento se fue agotando hasta caer rendida. Estaba sentado en su cama y con su cabeza en mi hombro, acariciando su cabello lentamente cuando de repente cesó el ruido. Me asusté por un segundo, levanté su cabeza, sólo para ver que se había desmayado. La dejé acostada y tapada en la cama. Pensé en salir del hotel y caminar por la ciudad, al menos un poco. Pero temí dejarla sola.
Así que por más aburrido que me encontrase, decidí quedarme, y descansar con ella hasta que volviese Galeano.
Irys volvió a despertarse al cabo de un rato, la vi, e hice lo posible por calmarla y ayudarla en lo que sea para que no volviese a llorar. La vi cansada, con los ojos rojos. Pero esta vez, cuando despertó, tenía menos ganas. Había agotado todas sus energías en llorar. De a ratos ella intentaba hablar pero su voz no hacía presencia. No podía entenderla aunque ella lo intentase con todas sus fuerzas. Y al hacerlo y ver que no tenía resultado, una angustia la invadía y lágrimas volvieron a recorrer su rostro, pero yo no dejaba de hacer lo posible por aliviar su dolor. Tomé un paño humedecido con agua y le limpié la cara, la cual estaba manchada con un rastro de lágrimas, sudor y demás mugre acumulada de varios días. Fui tomando diferentes libros y los leía junto con ella. Tenían además varios periódicos de hacía semanas, el más nuevo era de hace dos días. Leí uno en particular el cual mencionaba sobre movimiento enemigo mientras era narrado por unos exploradores los cuales detallaban cada paso y decisión que tomaban en el frente.
Pasaron las horas hasta casi el mediodía, cuando llegó Galeano. Los dos, Galeano y Irys, se sorprendieron al verse. Galeano suspiró con relajación, se lo veía más tranquilo. Irys estaba contenta y se animó de repente. Él me agradeció al ver que había cuidado de ella. Luego de saludar y acariciar a Bara, se acercó a la cama de Irys, se sentó y sacó un mapa de sus bolsillos. Lo abrió y lo apoyó sobre la cama para que Irys y yo lo viesemos.

Lo observé durante un largo rato con gran curiosidad, me parecía fascinante.
—Interesante… Tierras Gélidas…. Tierras Quebradas… Parecen lugares extraños y peligrosos —dije.
—Así es. Lo son. Pero no te impacientes por conocerlas, luego te contaré más sobre esos lugares si quieres.
Galeano procedió a correr el mapa hacia un lado, ayudó a Irys a levantarse de la cama, la ayudó a ir hasta el baño y luego la acostó de vuelta.
—¡Ya tienes otra cara! —dijo Galeano—. Para mañana estarás como nueva.
Irys, con una ligera sonrisa, asintió. Pero entonces, su expresión de felicidad se esfumó en un instante, y se había quedado quieta y seria, observando el techo.
—Qué hambre, ¿no crees, Jim? ¿Has comido algo?
—No —respondí—. Aún no almorcé.
—Toma asiento —dijo, y agarró su mochila y sacó de dentro un par de bolsas con comida—. Nos tomaremos un momento y almorzaremos, al fin, en algo que no sea un suelo de tierra.
Galeano apoyó sobre la mesa un pequeño cuenco y puso dentro una hogaza de pan, medio tomate, unos fiambres y algo de queso. En otro cuenco puso un par de semillas, y en otro más pequeño, un poco de agua de la canilla y los dejó en el piso para Bara. Luego, se dirigió a Irys y la ayudó a comer. Tomé asiento, le agradecí por la comida, y devoré la comida como si no hubiese comido en días.
—Oh, cierto… —dije, luego de tomar un sorbo de agua.
Me llevé la mano al bolsillo del pantalón y saqué el ticket.
—Mira, ¿sabes para qué es esto?
Me dirigí a la cama de Irys y le tendí a Galeano el ticket.
—¿Entonces has conocido al señor Blue? No me lo habías contado —dijo él, pero no tomó el ticket—. Es un buen tipo, ¿no es así?
—¿También lo conoces? ¿Qué es, para qué sirve? —le dije.
Irys había inclinado su cuerpo para ver de qué se trataba el asunto.
—Es un viejo amigo mío. Es bueno que tengas ese ticket, no lo pierdas por nada en el mundo. Nos servirá para tomar un viaje a otro lugar.
—¿Y por qué me lo ha dado? No lo había visto antes a aquél hombre extraño.
—Es un buen tipo, como he dicho. Tiene sus planes en mente y siempre está un paso por delante… Aprendió del mejor —dijo Galeano, sonriendo.
—¿Dónde… Dónde…?
Los dos, Galeano y yo, volteamos hacia Irys, la cual estaba intentando hablar a duras penas, y apenas podíamos entender lo que decía.
—¿Dónde…?
Parecía estar esforzándose demasiado para hablar. Tosia repetidamente y al hacerlo se llevaba sus manos a la garganta y arrugaba la cara.
—Tranquila Irys… sólo descansa… —dijo Galeano acariciándole el cabello—... ¿Le has dicho en dónde estamos, Jim?
—Sí —respondí—. Le dije sólo lo único que sé de aquí.
—Bien. Descansa, ¿sí? Nos quedaremos en este hotel dos noches más, tú tendrás que quedarte aquí mientras Jim y yo vamos a por el disco. Mañana al anochecer nos iremos.
Irys, que tenía su cabeza tensa y erguida, se relajó y recostó en la almohada, cerró sus ojos, y comenzaron a brotar lágrimas que corrieron por sus mejillas.
—¿Te duele mucho? —dijo Galeano, y lentamente llevó una de sus manos al cuello de ella.
Irys asintió levemente.
—Has llorado mucho. Intenta descansar, te hará bien. Y no pienses en nada, ¿si? Lamento no tener dinero para medicamentos... Pero sí te calmas, mejorarás en sólo una hora, hazme caso.
Galeano se levantó y se dirigió a la puerta, y la abrió.
—¿A dónde irás ahora? —le dije antes de que se fuera.
—Pediré una noche más, había reservado solo hasta hoy, pero mejor pediré una más y mañana, cuando estemos mejor preparados, iremos a por el disco, ¿te parece? —dijo acomodándose su suéter, y acariciando a Bara, despidiéndose.
Lo pensé un breve momento.
—Bien —dije al fin, decidido, pensando en que Irys debía de descansar cómodamente lo máximo que pudiese.
—Yo aún tengo un par de cosas que hacer —dijo, saliendo al pasillo—. No se preocupen, volveré para la noche para asegurarme de que todo esté bien.
Galeano se despidió y cerró la puerta.
Se escucharon los pasos sobre la madera y el rechinar desde el otro lado de la puerta. Me quedé allí, parado, observando la puerta. Miré hacia arriba, luego observé la habitación. La miré a Bara, y ella se había echado a dormir luego de comer, y luego miré a Irys, y ella se encontraba descansando, con sus ojos cerrados y su ceño fruncido. Me sentía raro. Quizás era el aburrimiento.
Agarré y leí los libros que quedaban del estante de la habitación. Leí también todos los periódicos. "Le damos la bienvenida al invierno y, por suerte, el adiós a la hambruna que siempre atormentaba en estas épocas; granjeros aseguran que al haber llenado sus graneros, la ciudad podrá despreocuparse de los siguientes friolentos meses." "Las doscientas nuevas viviendas en Plateada estarán terminadas para fin de año, asegura Mickael." "Se reporta un crecimiento del 17% de personal en las escuelas de formación militar." "Este año culmina con un aumento de natalidad del 6% en relación al año pasado, un 14% de nuevos inmigrantes extranjeros y 20% más de hombres y mujeres que se despiden y viajan a Far Away Irys atraídos por el próspero Gran Circo." "El ejército enemigo de Fredericka, liderado por Eric la "Luz Malvada", hizo su movimiento esta madrugada, se espera que lleguen para mañana al mediodía y ocurra un confinamiento. De todas maneras, Michael ya ha tomado cartas en el asunto y planea hacerles frentes en el Río de los Caídos." "Alertan a toda la ciudad de resguardarse en sus casas hasta nuevo aviso del rey." "las murallas del sur y del oeste han quedado destruidas, varias casas próximas a los muros también han quedado hechas añicos, el saldo es de al menos diez mil hombres al servicio, y al menos dos mil hombres, mujeres y niños inocentes. Hemos logrado resistir una vez más, pero la masacre ya está hecha". Esas eran algunas de las noticias que había en los periódicos. Había además pequeños cuentos para niños, y obras más elaboradas y relatos aterradores y fantásticos para un público más adulto. "Peces del lago brillante" era un cuento corto escrito en forma de poema. "Daniel y el circo" eran varios relatos, algunos en forma de actos, que narraban la vida en un circo del Antiguo Marcus desde la perspectiva de un malabarista. "La ciénaga" era un relato aterrador sobre un pueblo establecido cerca de un pantano. "Tierras Gélidas, tercera entrega", una compilación extensa de relatos que narraban escalofriantes, bizarras y temerosas aventuras de diferentes personas asentadas en una fría tierra. Se mencionaban fortalezas, pero no las mismas que vi en el mapa de Galeano, estas eran tres y tenían el número "1-3", "2-4", y "3-3". En ese mismo libro, había un capítulo que narraba en detalle la "Ciudadela Salvaje" y cómo penetraron en ella un sin fin de soldados que estaban en conflicto con la Ciudadela, pero que muy pocos sobrevivieron y no lograron salir con vida.
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