Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?
Jul 24, 2025

Parte 2:
Giant Beetle,
Capítulo 6.
Subimos las escaleras durante tres pisos, oímos las súplicas y los lamentos del resto de prisioneros dentro del calabozo, pero no vimos más guardias. Subimos, y llegamos hasta la planta baja, hasta los suelos del castillo en sí, suelos oscuros y rojizos.
—¿Crees que haya reformado el castillo? —preguntó Paúl, susurrando.
—Es posible. Tenemos que ir muy despacio y haciendo el menor ruido posible, en cualquier momento se darán cuenta del desastre que hicimos en los calabozos, y estaremos rodeados de guardias si no tenemos cuidado —respondió Harry.
Estábamos en una sala rectangular, donde a los lados habían varias puertas y a lo lejos la sala se abría a un pasillo que seguía a la izquierda y la derecha. Las habitaciones estaban débilmente iluminadas por la tenue luz naranja de las farolas puestas en las paredes, eso, y junto con lo oscuro de los ladrillos y los suelos, y la humedad de las paredes, daban una sensación de que el castillo no poseía ningún tipo de limpieza, como si no formara parte de una realeza.
—¿Qué habilidades tienen ustedes? —preguntó Paúl—. ¿Alguno de ustedes, además de la pequeña Bara, tiene poderes?
—Yo no —dijo Galeano—. Pero aquí el muchacho puede desintegrar los objetos con el simple toque de sus manos.
—¡Una habilidad muy útil! —dijo Paúl.
—Muy destructiva —dijo Mungo.
—Y la dama puede convertirse en un demonio —añadió Galeano.
—¿Un demonio? Nunca he visto algo así.
—No querrán verlo —repuso Galeano.
—De nosotros, el más útil es Harry. Sanar y calmar es de las habilidades más útiles que he visto —dijo Paúl—. Además, lo mejor es que no sabemos su lado negativo, espero que nunca lo sepamos. Y luego, mi otro hermano, puede crear ondas expansivas con las palmas de su mano, muy útil también para repeler enemigos, aunque... ciertas partes de su cerebro quedaron afectadas luego de obtener la habilidad, partes motrices. Y... bueno, James. James puede hacerse invisible.
—Si, James nos dio una cálida bienvenida. ¿Tu tienes una? —le preguntó Galeano a Paúl.
—Bueno, yo... yo no tengo una aún. Soy bueno con la guitarra... Quizás esa sea mi habilidad —dijo Paúl con una risa nerviosa.
—Mamá tenía algo parecido. Sin duda lo de ella era una habilidad, si o si. Además por eso quedó ciega, por su habilidad. Pero, aún no entiendo qué efecto tenía su poder. Lo único que recuerdo es lo bien que hacía sonar su piano, y lo hipnotizante que era —dijo Harry.
—Ah... mamá. Daría lo que sea por estar con ella ahora —dijo Mungo.
—¿Hablan de Mary? —preguntó Galeano.
—¡¿La conocen?! —dijo Paúl, y los tres se sorprendieron y detuvieron su paso.
—Sh... No grites —dijo Harry.
—La conocimos hace unas horas —repuso Galeano
—¿Cómo está? ¿Está bien? ¡Díganme que sí!
—Lo está, nos atrajo su bella melodía, fue entonces cuando nos atrapó James, y nos esposo.
—¿En donde la vieron? ¿En qué lugar? ¿Con quién estaba ella? —preguntó Paúl.
—Tranquilo, a mí también me encantaría saber sobre mamá, pero no es el momento. Una vez terminemos con esto, nos reencontraremos con mamá —dijo Harry.
Paúl asintió con cierto desgano, y continuaron caminando. Cada vez que nos encontrábamos en una esquina, Harry se asomaba para ver, y nos deteníamos. Se escuchaba las fuertes pisadas de los guardias en las salas adyacentes, y las gigantescas sombras tendidas en el suelo. Harry esperaba el momento adecuado y luego nos hacía señas para correr y pasar sin mucho ruido y escondernos.
Logramos llegar al fin hasta unas escaleras que bajaban hacia una doble puerta de madera.
—Este es el almacén —dijo Harry—. Mungo y Paúl irán adentro, junto contigo, Galeano. Yo me quedaré aquí con los chicos.
Galeano asintió y los tres bajaron los escalones, abrieron suavemente la puerta, y entraron. No tardaron mucho en salir con nuestras bolsas y mochilas de nuevo.
—Muchas gracias —dijo Galeano.
—No es nada. Ahora, si quieren ir a buscar los discos, tendrán que acompañarnos hasta una de nuestras salas... —dijo Harry, y se quedó pensando—. La de Paúl debe ser la más cercana a donde estamos, y de allí podemos ir a la torre central donde encontraremos los discos.
Galeano volteó su mirada hacia nosotros. Irys, decidida, asintió, y luego Galeano me miró a mí y también asentí, dispuesto a tomar el disco, incluso a devolverles el reino a estos hombres.
—Estamos dispuestos incluso a ayudarles a retomar el reino —dijo Galeano, volteandose de nuevo hacia ellos.
—No estoy seguro... No queremos ponerlos en riesgo —dijo Paúl.
—No es nada —repuso Galeano—. Nosotros ya tomamos nuestros riesgos cuando aceptamos irnos de aventuras por el mundo buscando los discos.
Los tres hermanos sonrieron, Harry dio marcha y comenzamos a caminar sigilosamente, contra las paredes, yendo por varias habitaciones y salas amplias, esperando a que los guardias pasen de largo para poder nosotros escabullirnos.
Logramos llegar hasta unas escaleras que subían muy arriba, en una espiral.
—Esta es la torre de Paúl —nos explicó Harry—. Cada uno de nosotros tiene una, y las cuatro torres conectan con la torre central.
Subimos las escaleras, llegamos hasta el tope, pasamos por la habitación de Paúl y luego proseguimos por un pasillo largo que dio hasta otra habitación; la torre central.
Un enorme círculo hecho de piedra reluciente formaba el suelo. Decorados de alfombras, cuadros, muebles y ventanas con dibujos cubrían el entorno. Las paredes eran ventanales rectangulares que daban una vista completa no sólo del castillo si no de la ciudad. Cerca del centro, había unas escaleras que bajaban, y otras tres puertas que presumiblemente daban hacia el resto de torres. Galeano dejó en el suelo a Bara, y apoyamos nuestras mochilas cerca de una pared.
—Increíble. qué reluciente y decorado está todo —dijo Irys.
—¡Ohh, qué recuerdos!
—Parece que todo sigue igual —dijo Mungo.
—Allí —dijo Harry mientras señalaba hacia unos estantes con discos expuestos— díganme, ¿cuáles quieren? Pueden tener los que quieran.
Galeano y yo nos acercamos a la estantería, observé los discos y me detuve en uno que me llamaba la atención, pues resplandecía de un color dorado.
—Este. Sólo este —dije.
—Perfecto, no hay problema —dijo Harry, y se acercó al disco.
Harry estiró sus manos para tomar el disco, y de la nada, en aquel momento, recibió un fuerte golpe en el rostro que lo dejó en el suelo, inconsciente. Todos nos sobresaltamos, y miramos hacia todos lados para encontrar al culpable. Mungo corrió a socorrer a su hermano. Se arrodilló y puso una mano en la cabeza de Harry, pero estaba completamente inconsciente.
—¡Da la cara, maldito! —gritó Paúl.
—Debí matarlos cuando pude —dijo James, permaneciendo invisible.
Mungo comenzó a dar fuertes palmadas hacia todos lados de la habitación, y sus ondas expansivas rompieron los cuadros, los muebles, alzaron por el aire las alfombras y la mayoría de los ventanales estallaron. Irys se encontraba ya encogida de hombros, comenzando a transformarse.
—Atacó a Harry, el maldito —dijo Galeano—, porque sabe que puede ponerlo a dormir con su habilidad...
—Intentaré despertarlo —dijo Paúl, y comenzó a sacudir el cuerpo de Harry.
Todos estábamos observando nuestro alrededor, cualquier movimiento de las alfombras, cualquier ruido que pudiese mostrar a James. Mungo se percató de un movimiento en falso de James, y agitando su palma en un barrido, lanzó una poderosa onda que logró alcanzar a James y se escuchó su cuerpo caer hacia el suelo. Era nuestro momento. disparé hacia el suelo, esperando agarrar a la figura invisible, pero sólo logré aferrarme al piso. James había dado una voltereta, pude sentir el movimiento, y no perdió ni un segundo, que me dio un puñetazo en mi cabeza y me dejó postrado en el suelo. Fue increíblemente doloroso, me queje gravemente del daño. Los dientes, la pera, la mandíbula y la cabeza me dolieron como si un rayo hubiese caído sobre mí. Me di la vuelta y me quedé descansando, observando el techo, mientras sentía las fuertes ondas expansivas de Mungo intentando atacar a James. Hordas de guardias hicieron presencia en poco tiempo. Llegaron pateando las cuatro puertas en la habitación, y también se escuchaban los fuertes pisotones subiendo por las escaleras cerca del centro. Mungo fue rápido, y con sus ondas derribó a la mayoría de guardias. Se distrajo demasiado con los guardias, y James aprovechó eso y le golpeó en la cara, y lo hizo caer. Bara, por otro lado, que estaba cerca de las escaleras, golpeó al primer guardia que se asomó y lo hizo caer escaleras abajo, arrastrando consigo al resto de guardias que subían. Irys había desatado su demonio y protegió a Mungo y Paúl, sus garras, filosas y negras, rasgaban la armadura de metal y pintaba de sangre los suelos y las paredes.
Todos los restos de madera y vidrio esparcidos por el suelo dejaban en evidencia a James. Galeano gritó el nombre de Irys y señaló hacía un punto en la habitación, por donde se estaba moviendo James, y Irys saltó al acecho intentando apresarlo. Irys en un movimiento fugaz se desplazó de un sólo salto hacia James, agarrándolo y tirándolo hacia Harry. Había caído muy cerca de Harry, pero este no se inmutó, permaneció estático y con los ojos cerrados durante unos segundos hasta que, agachándose, puso una mano en el cuerpo invisible de James acostado en el suelo. Irys se encargó de los pocos guardias que quedaban y luego todos nos acercamos hacia Harry, que había recobrado la conciencia. Harry actuó rápido y utilizó sus habilidades contra James. Su invisibilidad se había ido y estaba acostado boca arriba con la mirada perdida. Antes de decir una sola palabra, el silencio de la habitación la cual había quedado totalmente desordenada, fue interrumpido por un grotesco y fuerte chillido. El ruido era ensordecedor, y provenía de todos lados, invadiendo nuestras mentes. Nos llevamos las manos a la cabeza y nos encogimos de hombros cerrando nuestros ojos. Fue así durante unos segundos, mirábamos de reojo hacia los lados y nos preguntamos qué pasaba, hasta que de pronto una silueta cayó velozmente del techo, y pasó a través de Harry, lo dejó de rodillas y luego la figura se posó en uno de las esquinas del techo. Harry cayó dolorido, pronto, sangre comenzó a caer a borbotones de su pecho y poco a poco sus rodillas se fueron debilitando. La sombra se aferraba al techo con sus extremidades mientras nos observaba. James dio una vuelta de lado y desapareció.
—¿Qué fue eso? —pregunté.
—Maldita sea... Es Julieta —dijo Paúl, y se agachó y sostuvo entre sus brazos a su hermano, dejando que no caiga al suelo.
Un instinto me surgió de dentro. No lo pensé dos veces, y disparé mi gancho contra la sombra en el techo. La sombra no se inmutó; el gancho la atravesó y chocó contra la pared, incrustándose, y llevándome hasta allí. La sombra se hizo a un lado, y en vez de atacarme a mí, se abalanzó rápido hacía Galeano y le dejó un gran tajo en el abdomen, y volvió a posarse en la otra esquina del techo. Irys se enfureció, e intentó atacar a Julieta. Se desplazó rápido hacia ella, y ella se movió más rápido hacia otro lugar, y así estuvieron un rato, Irys intentando atacarla y ella esquivando. Por otro lado, Mungo mantenía una lucha mano a mano contra James, pero su invisibilidad le daba gran ventaja y Mungo, intentando defender a Harry, recibía gran parte de los golpes y no lograba darle ninguno a James. Bajé del techo, e intenté concentrarme. En cierto momento, Mungo hizo un movimiento clave agarrando el brazo de James, entonces, disparé mi gancho esperando atraparlo, pero se quitó del camino y mi gancho chocó contra el ventanal, rompiendo los pocos vidrios que quedaban. Galeano, Mungo, Paúl, incluso Bara, y yo estábamos decididos a hacerle frente a James y a debilitarlo. Irys estaba haciendo un gran trabajo encargándose de Julieta, pues había logrado atraparla y atacarla, y ahora Julieta parecía intentar escapar de ella apareciendo y desapareciendo entre las sombras.
Habíamos acorralado a James, estábamos todos nosotros en una esquina, Mungo dio el primer paso y alzó su puño y cargó contra donde él creía que estaba James. James se escabullo, pero los restos de basura en el piso hicieron evidente su paso, y Galeano que estaba cerca lanzó un golpe al aire que le dio de lleno. Bara había sacado sus músculos y dio un puñetazo a la pared, y justo en ese momento apareció la sombra de Julieta y tomó en sus brazos la figura de James, lo alzó esquivando el ataque de Bara y lo dejó lejos, en otra parte de la habitación. Reaccioné rápido y disparé mi gancho hacia donde ella había dejado a James. Irys apareció y cargó contra Julieta, y mi gancho se desplazó y se incrustó en James. Dio un grito desgarrador en lo que yo me acercaba a él. Su invisibilidad se había ido, y entonces vi que mi gancho estaba agarrando su clavícula izquierda, que la tenía prácticamente destruida. Se lo veía rendido, su cabeza desganada estaba apoyada en su otro hombro, y se mantenía apenas sostenido con sus dos manos en el suelo. No retiré mi gancho, en cambio, le agarré el cuello y le ahorqué levemente.
—¡Acabalo Jim! ¡No lo dudes, hazlo! —gritó Galeano, y por un momento volví en mis cabales y observé mis manos ensangrentadas, y llenas de venganza.
Voltee ligeramente mi vista y lo vi a Galeano, decidido, y vi a Harry y Paúl, que también habían asentido, y entonces supe que no había clemencia. Miré al suelo, y con ira en los ojos, retiré mi gancho, me quite el guante y mientras James luchaba por respirar y deshacerse de mí, le apoyé la mano en la cabeza y vi su piel desaparecer, luego sus músculos y tendones, y en cuanto vi su calavera me quite de encima y retrocedí. Su cuerpo cayó al suelo y lo pintó con un gran charco de sangre. Se volvió a escuchar el terrible chillido, que ahora sabíamos que provenía de Julieta. Ella se encontraba apresada por Irys, y una vez acabó el ruido, se desvaneció, se esfumó entre el aire y las sombras, y no la volvimos a ver.
¿Se había acabado todo?, me preguntaba. Todos estábamos con una mirada confusa, una vez se calmó la habitación, Paúl y Mungo corrieron hasta el cuerpo de Harry. Irys, aún transformada, estaba al lado de Galeano mientras le hablaba, pero su voz era extraña, parecía tener eco y ser muy grave. Galeano no la podía entender, se acercó a ella y trató de tranquilizarla.
Un mar de sangre se expandía alrededor del cuerpo inerte de Harry, tanto Paul como Mungo tenían lágrimas en los ojos, lloraban las dos pérdidas. Habían dado vuelta el cadáver de Harry dejándolo boca arriba. Su cuerpo tenía un extenso corte en el abdomen que atravesaba hasta su espalda. Escuchaba el sollozo de Irys, y al voltearme, ella estaba arrodillada con una mano en sus pechos y la otra secándose las lágrimas. Galeano sacó un vestido largo y la ayudó a vestirse, ésta vez quedó descalza, pues Galeano no tenía ningunas botas, ni zapatos ni sandalias para ella. Y Bara, se encontraba tan serena como siempre, olfateando la sangre en el suelo.
Entre todo el desorden de la habitación, una brillante luz dorada me captivo el ojo, y cuando me acerqué a aquello, vi que era el disco. Me agache, lo tomé, y me acerqué al cuerpo de Harry.
—Adelante. Es tuyo. Y gracias, gracias por ayudarnos —dijo Paúl con aflicción en su voz.
Los dos hermanos se levantaron, y recorrieron con pasos lentos y pesados la habitación, observaron el desastre; todos los muebles rotos, los ventanales deshechos, los cuerpos de los guardias esparcidos por toda la habitación, llenos de sangre, y se detuvieron en James, y los dos se quedaron viéndolo un buen rato.
—Ponlo aquí, Jim —me dijo Galeano, y tomó su mochila, abrió el cierre y sacó de dentro una cajita de madera.
—¿No se romperá? —le pregunté.
—Estos discos son muy resistentes. Si éste de aquí pudo soportar toda esta pelea, podrá soportar lo que sea —dijo, y entonces apoyé el disco en la cajita.
Al poco tiempo, descendimos de las torres, Mungo y Paúl cargaban con los cuerpos de sus hermanos, y los guardias que se cruzaban en nuestro camino se detenían, y contemplaban la escena, y hacían un gesto presentando respeto.
Los dos volvieron a tomar control del reino y nos invitaron a quedarnos unos días dentro para descansar. Al principio Galeano se negó, pero luego arreglamos quedarnos a dormir y levantarnos a la madrugada para salir y seguir nuestro camino.
A la noche nos habían preparado un gran banquete de una gran variedad de carnes y vinos servidos en lujosos platos y copas relucientes. Le habían ofrecido a Irys unas nuevas vestimentas, y se presentó a la mesa vistiendo un hermoso vestido marrón y con decorados color crema, una falda marrón, unas botas de un verde apagado, e incluso le habían arreglado el cabello y la habían perfumado. Galeano sonrió al verla.
—¡No sabía que te habían declarado princesa! —dijo, y Irys se sonrojó.
—Me siento un poco tonta estando así... ¿Crees que debería aceptar este vestido tan... lujoso?
—¡Pero claro! Quédatelo, te queda espléndido —dijo Paúl.
Estábamos todos, Galeano, Irys, Bara, la cual comía sentada en el suelo al lado de Galeano, Paúl, Mungo y algunos guardias. Incluso estaba Mary, y en todo el rato que estuvo presente no paró de secarse las lágrimas de sus ojos.
—¡Es increíble! Nunca le hubiese deseado la muerte… Pero James ha demostrado ser alguien detestable —dijo Paúl.
—Cierto… Si bien aún no supero las dos pérdidas, es devastador el pensar en lo sola y abandonada que dejó a mamá todos estos años… Nos prometió dejarla en un lugar donde tendría personal atendiendola... Pero se ve que estuvo muy ocupado con Julieta.
—Es una lastima… Nunca pudimos volver a hablar con él sin hacernos daño… Nunca supimos el por qué de su repentina decisión. Qué habrá hecho o le habrá dicho Julieta para que tenga ese mal comportamiento. Mañana a primera hora anunciaremos a los habitantes nuestra vuelta como reyes, y le daremos a nuestros hermanos una despedida como corresponde —dijo Mungo.
—¿No tienen idea a dónde habrá ido Julieta? —preguntó Galeano.
—Espero no volver a verla jamás —murmuró Paúl.
—No tenemos idea —respondió Mungo—. Como se habrán dado cuenta, Julieta utiliza las sombras a su favor para desplazarse, se habrá ido quien sabe a dónde. No quiero ni pensarlo, pero quizás siga estando aquí en este reino.
—¿Estarán bien? —dijo Galeano.
—Claro. Quizás dormiremos poco, pero de todas maneras estaremos ocupados con la ceremonia de Harry y James, y mientras tanto pondremos guardias a vigilar. No se preocupen por nosotros.
La comida estuvo increíblemente deliciosa. Predominaba por sobre todo, el pescado, y varios vegetales e incluso fruta para acompañar. Había vinos blancos y tintos con sabores extravagantes que deleitaban el paladar. La cena transcurrió durante al menos dos horas, Galeano conversaba con los hermanos, ellos mientras, ayudaban a su madre a comer. Irys no parecía saciar su apetito con nada, y Bara permaneció tranquilamente en el suelo, comiendo de un tazón y bebiendo agua en otro.
Al terminar de comer nos mostraron la habitación donde pasamos la noche. Era una bastante bien acomodada y espaciosa, con cuatro camas, y habían traído también una pequeña alfombra acolchada para que durmiese Bara.
Me despertó Galeano a las cinco de la mañana, era hora de seguir nuestro camino. Paúl y Mungo nos dieron algunas bolsas con comida y bebida como agradecimiento y nos guiaron hasta la entrada de una larga cueva a la cual debíamos de atravesar para poder salir. Caminamos un buen rato hasta poder ver la luz, estábamos saliendo por la parte de atrás del escarabajo gigante. Usé mi gancho para subir hasta su espalda y por fin, luego de tan sólo apenas un día, que se sintieron como meses de estar en un lugar lúgubre y lleno de humo, volvíamos a ver la luz del sol y a sentir un aire más fresco y limpio
Galeano se dirigió corriendo hasta George, no sabíamos lo que le había dicho, pero el escarabajo cambió su rumbo y se acercó a la costa que teníamos delante.
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