mobile isologo
buscar...

Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?

Jul 28, 2025

111
Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?
Empieza a escribir gratis en quaderno

Parte 3:

Corte Carmesí.

Capítulo 2.

Abandonamos las ruinas y nos dirigimos en dirección al norte, guiados por Galeano. Estando ya varios metros lejos de aquel santuario, escuchamos graves sonidos de rocas y sentimos el fuerte movimiento como si fuera un terremoto que provenía de nuestra espalda, de aquellas ruinas. Nos quedamos quietos un momento, nos giramos, y vimos unas siluetas enormes que se hacían ver de entre la descomunal cantidad de polvo que algo o alguien había producido. Fuertes pisotones que retumbaban el suelo, se abrían paso desde la corte.

—¡¿Qué está pasando?! —dijo Irys dando pasos hacia atrás.

Las estatuas se habían alzado, y de entre las columnas salió primero la más grande.

Daba pasos erráticos y se tambaleaba, arrastraba su espada por el suelo haciendo un terrible ruido molesto. Pero no caminaba hacia nosotros, estaba de lado, dirigiéndose hacia el suroeste. Las demás estatuas salieron poco después, y tenían un comportamiento similar a la primera. De pronto, mientras las observábamos, la más grande giró su cabeza lentamente hacia nosotros.

—¿Estamos en peligro? —dije sin apartar la mirada de semejantes criaturas de piedra—. ¿Nos harán daño? ¿Hicimos algo mal?

Galeano no daba respuesta, estaba totalmente centrado en las estatuas, pero parecía calmado. Los gigantes seres se dirigían a paso lento hacia el suroeste, sin un objetivo aparente. Me preguntaba por qué se habían despertado. Desprendían enormes rocas a su paso, dejaban una polvareda marrón oscura y rojiza con cada pisotón, y hacían temblar los suelos, y sentíamos vividamente esos temblores a pesar de estar a cientos de metros de ellos.

—No suelen despertarse porque sí… Miren allí —mencionó Galeano, y señaló hacia el horizonte.

Lo que podíamos apreciar, era un sin fin de criaturas, pequeñas y grandes, que se acercaban en nuestra dirección apresuradamente. Pronto, una gran variedad de sonidos y voces hicieron presencia de aquella horda, parecía un batallón de guerreros. Cubrían toda la vista, eran miles y miles. Irys y yo retrocedimos varios pasos, excepto Galeano, que aún se mostraba indiferente. De aquella horda pude distinguir a un par de siluetas y caras familiares; reconocí a los gigantes del reino en Far Away Irys, además, muñecos y marionetas al igual que animales como leones y monos, que de algún modo me recordaron a los que había en el Gran Circo. No pararon de trotar y abrirse paso por el campo, no se detuvieron ni siquiera al pasar por al lado de los gigantes rocosos. Se dirigían hacia nosotros con claro enfado y furia.

Habíamos empezado a correr en dirección contraria, pero Galeano jamás se inmutó.

—¡El disco… Devuélvannos el disco de nuestro reino! —aclamaba una voz, la de uno de los gigantes con monóculo.

—¡¿Disco?! ¡¿Tienen el disco del reino del Tardío Amanecer?! —exclamó Irys entre jadeos y tratando de correr lo más rápido posible.

—Alto —gritó Galeano—. No lo tenemos, esto es un malentendido.

Me giré entonces, y detuve mi huida al escuchar la voz de Galeano.

—¡No nos iremos sin lo que nos pertenece! —gritó otro de los gigantes—. ¡Nuestro rey lo ha visto todo, y quiere el disco de vuelta!

Un sin fin de jadeos y sonidos frenéticos y furiosos se escuchaban de las miles de personas que nos perseguían. Me preguntaba cómo es que supieron lo del disco y por qué nos estaban atacando ahora. Irys también se había detenido, y comenzó a gritarle a Galeano para que huyera. Notaba en su voz una desgarradora súplica de clemencia y gran aflicción.

La horda se encontraba ya muy cerca de Galeano, yo por mi parte, aunque temiendo por mi vida y queriendo correr lo más lejos posible, me acerqué a Galeano. Vi como el ejército agitaban y levantaban sus espadas y escudos preparados para embestir. En eso, los gigantes carmesí que aún estaban siendo rodeados por el ejército, levantaron sus brazos y presenciamos ante el resplandor del sol casi puesto, la silueta de las espadas gigantes que nos cubrieron e hicieron sombra. Levantaron lo más que pudieron sus espadas gigantescas, y luego las dejaron caer en el suelo con tremenda fuerza. Un increíble ruido junto con una intensa polvareda e infinidad de escombros inundaron el campo. Irys pegó un grito desgarrador, pidiendo que por favor se detuvieran. El ejército se había girado y ahora una gran parte de ellos estaban centrados en los gigantes. Al acabarse el polvo, pude ver como una espesa nube rojiza emanaba de donde los gigantes habían atacado.

—¡¿Qué haremos?! —le grité a Galeano.

Irys tenía lágrimas en los ojos y pedía a gritos parar la pelea. Grotescos sonidos graves parecían provenir de las estatuas, como si ellas también estuvieran gritando. Pronto miles de personas se encontraban peleando con aquellos gigantes rocosos, haciendo rechinar sus espadas contra la roca, monos y tigres intentaban en vano hacer algún tipo de daño, dos de los gigantes con monóculo forcejeaban con las estatuas aunque estas eran más grandes y pesadas. Mientras, los demás gigantes y otras tantas personas se acercaban a nosotros.

De pronto Irys cayó de rodillas al suelo, con sus manos en la cabeza, se retorcía de dolor y se quejaba. No tardó en convertirse en demonio, a pesar de que Galeano le dijo repetidas veces que no lo hiciera. Yo estaba de acuerdo en retirarnos, pero Irys, si bien parecía traumarle el escenario, estaba dispuesta a hacerle frente al ejército. Pronto otra gran sombra nos estaba cubriendo, las estatuas estaban preparando su segundo ataque y no dudarían en hacer estragos y masacrar a todos a su camino.

Irys cargó velozmente contra la primera fila del ejército que se nos acercaba. Abrió sus manos y como si les estuviera dando un abrazo los alejó varios metros y los derrumbó.

Producía chillidos aterradores, parecían lamentos y sollozos. Uno de los gigantes con monóculo se centró en ella, pero no logró conseguir nada, fue derribado y cayó de lleno al piso.

Agustín D.

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión