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Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?

Aug 8, 2025

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Pasos al costado. ¿Qué tienen en común un disco, un libro y una pintura?
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Parte 4:

Kingdom,

Capítulo 3.

En la noche, mientras Irys y Bara dormían, llegó Galeano. Estaba bastante somnoliento y a punto de pegar el ojo cuando el ruido de la puerta me alertó. Entró durante unos minutos; miró hacia la cama de Irys, me vio a mí que estaba despierto, se dirigió a Bara, y por último recorrió la habitación sin rumbo, unos pocos pasos hasta volver a la puerta e irse de nuevo. Una vez cerró la puerta, me recosté de vuelta en la cama. Caí lentamente en la manta y disfruté de la suave almohada ligeramente fría. Observé el techo, hasta dormirme.

Las horas pasaron hasta que me despertó un movimiento. Escuché pisadas y el rechinar de la madera, el abrir y cerrar de una puerta y agua fluyendo; era Irys, la cual se había levantado y dirigido al baño. En ese momento alcé mi cabeza, levanté mi pecho de la cama y la observé. Al verme se detuvo a medio camino de la puerta del baño y su cama.

—Perdón si te desperté… Ya me siento mejor —dijo con una voz más clara, y rápidamente se dirigió a su cama y se tapó con las sábanas.

Se encontraba aún muy afónica pero al menos podía hablar, aunque hablar le hacía doler la garganta, y tosía y se llevaba las manos a su cuello intentando calmar el dolor. Se sentó en la cama y apoyó su cabeza en la pared, tenía varios libros consigo y los estaba leyendo. Me alegré al verla mejor.

Mientras estaba en el baño, escuché la voz de  Galeano. Cuando salí lo vi sentado en la cama de Irys, tenía en su rostro una gran sonrisa, él también estaba bastante alegre de que Irys se encontrase mejor.

—No podemos quedarnos mucho más tiempo aquí —dijo, y su alegría cambió por una cara seria—. No podemos pagar una noche más. Será mejor apresurarnos y obtener el disco.

Galeano me miró al mencionar esas últimas palabras, se agachó un momento y tomó del suelo a Bara y la levantó en sus brazos, la apoyó en su regazo y la acarició. 

—Oh… Pero… aún no he salido afuera. Nunca he estado aquí. ¿Ya nos iremos? —dijo Irys, la cual agachó su cabeza y puso una cara triste—. El… disco… el... disco...

Irys parecía perdida en esas palabras, como si estuviera hipnotizada recordando algo. 

—Perdóname… pero entiende, entiende la situación por favor —dijo Galeano mientras acariciaba el hombro de Irys—. ¡Una vez hayamos terminado con todo esto podremos venir aquí, o a donde quieras, de vacaciones!

Irys seguía cabizbaja. No reaccionó ante las palabras de Galeano.

—¿Y el disco? —dijo ella al fin, y lentamente levantó la mirada Irys.

Galeano torció levemente su cabeza hacia un lado y sentí como apretó con más fuerza el hombro de Irys.

—¿Tienen el disco de… del reino del Tardío…? —dijo ella, con una voz quebradiza.

—¡¿Cómo siquiera piensas que lo tenemos?! 

Mírame a los ojos, Irys. ¡Mírame! ¿De verdad piensas que haríamos algo así? Nos has visto abrir la caja de madera, nos has visto poner nuestro primer disco, el del reino escarabajo, en él —Galeano puso sus dos manos en los hombros de Irys e intentaba convencerla—. Sólo tenemos dos, ¿entiendes? El del reino escarabajo, y el de la Corte Carmesí... Jim -dijo, y se volteó hacia mí-. Tráeme las mochilas, le mostraré que no ocultamos nada.

Bara al ver el alboroto, se había bajado de la cama.

—Pero… por qué ocurrió aquella guerra entonces —dijo ella, su voz se rompió, y echó a llorar.

Tomé nuestras dos mochilas y las puse encima de la cama de Irys.

—No lo sé, pequeña. Fue un malentendido. Te juro por lo que más quiero en esta vida, es decir, a ti, incluso puedo incluir a Bara si quieres, o mi propia vida, lo juro por todo, que no tenemos ni hemos tenido el disco de aquel reino, ni estamos involucrados en su lucha.

Galeano hizo una pausa, y miró fijamente a Irys, y luego procedió a tomar las mochilas y abrirlas.

—Asesinaron a mi familia… —Interrumpió Irys, con gran sufrimiento.

Tosió repetidas veces. Se llevó las manos a su cuello y no paró de llorar.

—No, no, no… Hay muchos que sobrevivieron… Aunque no lo—

Galeano se detuvo. El llanto de Irys practicamente enmudecia las palabras de Galeano. Agachó la mirada y negó con la cabeza.

—Traeme un paño mojado, por favor —dijo casi susurrando, apoyando las mochilas en el suelo.

Tomé un paño, fui al baño y lo mojé. Se lo di a Galeano y él comenzó a pasar el paño por la frente de Irys, por sus mejillas, por su barbilla y su cuello. Irys en cierto momento lo empujó, apartándose de él. 

Durante un par de minutos, no hubo palabra que hiciera calmar a Irys, no hubo perdón que pudiera cesar su dolor. Irys mantuvo las manos en sus ojos, frotándoselos constantemente, hasta que al poco tiempo, entre tosidos y dolores de garganta, paró. La habitación se calmó repentinamente. Irys tenía su cabeza recostada en la almohada, con una expresión en su rostro que era fulminante. Expresaba el dolor y el trauma de la pérdida. Expresaba el dolor de su garganta, y de su cabeza en sus cejas fruncidas. Expresaba la angustia en sus ojos y en sus mejillas y bocas estiradas aguantando las lágrimas. Galeano se levantó y retrocedió unos pasos. Observó la habitación como queriendo encontrar algo, hasta que dio a parar con el reloj. Lo observó, luego tomó las mochilas del suelo y se dirigió a la mesa.

—¿Tienes todo listo? —me dijo en voz baja, y en su voz noté una gran pena y dolor.

—¿El qué? —le pregunté confundido.

—Iremos a ver al rey. Por las dudas llevaremos una mochila con algo de comida y agua.

—El rey… —mencione en voz baja—. ¿Dejaremos a Irys aquí, sola?

—Nosotros tenemos que seguir con lo nuestro. Ella necesita descansar aún. Ni tú ni yo podemos ir solos... No me gusta dejarla aquí, sola, pero no nos queda de otra.

—¿Se irán? —dijo Irys.

—No será nada. Entraremos y volveremos enseguida y pasaremos juntos la noche antes de irnos. ¿Qué te parece?

—Mmmh…

Irys lo estaba pensando. Pero su cara demostraba disgusto y angustia. Miraba hacia arriba y hacia abajo mientras movía sus labios de un lado a otro.

—Solo será esta vez. Has… —Galeano se detuvo a media oración, pensó un momento, y prosiguió-: Aún estás muy cansada. Hazme caso, será mejor si te quedas a descansar.

Irys, que se encontraba esquivando la mirada de Galeano, asintió al fin, muy levemente, se acurrucó entre las sábanas, se dio vuelta y no dijo nada más. Galeano se acercó a ella, le arrimó las sábanas hasta su cuello y las alisó. Luego, se dio la vuelta y caminó hasta la puerta. Me hizo un gesto con la cabeza, me puse la mochila y caminé hacia afuera.

—¿Quieres quedarte con Bara para que te haga compañía? Sino, me la llevo para que pasee un rato por la ciudad.

Irys no respondió. Vimos que sus sábanas se movieron, como si ella hiciera un gesto o asintiera. Galeano arrugó los labios y sin más,  tomó a Bara en brazos y salió hacia el pasillo. Salí detrás de él. Galeano entonces se acercó al marco de la puerta y se quedó mirando.

—Cierra la puerta con llave... —dijo al fin, y sentí un remordimiento en su voz.

Estuvo a punto de decir algo más, pero se detuvo, tomó el mango y cerró la puerta.

Nos despedimos de la recepcionista y salimos fuera del hotel.

Agustín D.

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