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    Pasión por la música: pagar para tocar

    Sep 26, 2024

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    Pasión por la música: pagar para tocar
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    En un mundo que avanza existe una corriente musical en crecimiento vinculada a la autogestión. Esta nueva corriente exige un esfuerzo extra para aquel que la desempeñe. Sin apoyo de marcas o productoras estos artistas intentar competir, subsistir y cubrir sus necesidades bajo condiciones más complejas; entre ellas, el de tener que pagar para tocar en un escenario. Leonardo David expresa que a los dueños de escenarios “solo les importa lucrar”, y que los representantes también tienen una injerencia clave en el crecimiento y la trascendencia de un artista.

    Friedrich Nietzche alguna vez le dijo a su amigo Peter Gast: la vida sin música sería un error. Y es así. Para los que aman y disfrutan de la música, el estado del arte al que nos invita es una alternativa imposible de ignorar. Los músicos lo saben. Estos promotores del arte por excelencia se dedican horas y horas a crear esos sonidos y escribir esas letras con el fin de generar impacto. No importa cual, importa que exista.

    En este ambiente de sonidos, hay intérpretes, bandas y compositores, sin embargo, no todos se encuentran en una misma realidad. Por un lado, están aquellos que se los denomina dentro de un género, en una cultura, en una corriente, y por el otro, están los “negados”, los que decidieron optar por la no tendencia, por la libertad o quizá por el camino duro.

    La música independiente, también denominada "música indie" es una composición que no está ligada a asuntos comerciales, ni pertenece a compañías discográficas para producirse, y a su vez trata de llegar al público por sus propios medios, sin promociones ni apoyo. Es un género que no sigue las tendencias globales y trata de marcar su propio estilo.

    Uno de esos artistas es Leonardo David, un joven músico de 30 años que ha pasado por diferentes bandas. En una tarde de sábado, sin luz y buscando algunas velas, cuenta sobre su trayectoria y cómo busca sobrevivir como un músico independiente. Desde sus 15 años se desenvuelve en esta rama artística. “Los primeros años fueron por la inquietud de poder tocar y mostrar lo que sentía en la adolescencia”, rememora. “Al principio sólo tocaba guitarra. Después en un ensayo se me ocurrió animarme a cantar”.

    En su departamento de San Telmo y mirando a su guitarra 335 Faim de industria Argentina, Leo recuerda sus inicios en el terreno de la música. “Trabajé con muchísimos músicos”, y agrega que al principio tenía “mucha potencia amateur artística”. Optó por estudiar 3 años en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, con su guitarra como el instrumento elegido. Desde que arrancó hasta hoy la producción de su música siempre fue propia, autogestiva. Pero tuvo gente, no tanta, que lo ayudó. “Siempre trabajé desde mi lugar para mí, para mis proyectos”.

    El factor principal de los músicos independientes es su forma de perdurar. Al no contar con un apoyo de compañías, tampoco tienen la misma trascendencia en el público y eso los perjudica. A los artistas más conocidos de la música comercial los contratan para hacer presentaciones y les pagan por ello. A los independientes, todo lo contrario: a veces son ellos los que deben pagarles a los dueños de bares, teatros, para tocar en un escenario con público. Leo cuenta que le costó en sus inicios y explica: “Cuando era chico he pagado muchas veces para tocar en vivo. No está bueno. Debería ser gratis para los músicos, llegando a un acuerdo con el dueño del lugar. Porque los músicos trasladan los instrumentos, se los pueden robar, y no reciben nada a cambio más que una venta, una pizza y algo para beber. Los músicos hacemos un trabajo y eso muchas veces no está remunerado”.

    La luz vuelve en el edificio. Y al encender los focos de su departamento, Leo pone bajo la lupa algunas formas del circuito nocturno, que según su consideración, después de la tragedia de Cromañón cambiaron bastante. Para dar una idea, los arreglos entre una banda y el lugar donde se presentan: del monto que pueden recaudar por una presentación, se pacta un 70% para el grupo mientras que el 30% restante queda para los dueños del escenario.

    ─ Hay lugares donde hay que pagar un co-seguro. Es plata que garpás, ponele $3000, para tocar en un lugar. Esa plata se la guardan por si no llevás la cantidad de gente que te piden. Una chantada.

    ─ Este tipo de bandas no podrían con ese coste…

    ─ Así se pierden, se mueren. Hay grupos y artistas que suenan increíble pero no meten 50 personas en un show porque no tienen esa convocatoria. Si los lugares lucran con vos, no te dejan nada a cambio y encima te cobran, se hace muy difícil. Y pasa muy a menudo.

    Atardece en la Ciudad, mientras Leo deja una dura crítica a quienes manejan los bares y escenarios y hacen las contrataciones: “a la gran mayoría de estos no les importa ni la banda ni el arte, sino que les importa lucrar con el músico y que metan muchas personas. Es entendible porque es un mundo capitalista y de eso tienen que vivir. Pero así artistas, y no solo del palo de la música, van quedando de lado por no tener el capital y no los llega a conocer nadie”. Actualmente y ya con experiencia en la música y de haber tocado en varios lugares es diferente para él porque lo toman con más seriedad.

    También señala que hay lugares que alquilan sus escenarios para tocar, lugares donde tiene que trasladar todos los instrumentos y los equipos, otros donde ya los tienen incluidos, y otros donde “solo tiene que llevar las cosas para enchufar y tocar”, que es lo más habitual.

    En la analogía entre la música independiente y la denominada comercial, es decir la que más se escucha y tiene más difusión, hay cuestiones diferenciales sustanciales: están los que son apoyados por compañías discográficas, y que gracias a la expansión de estos vía publicidad masiva en cualquier medio, como televisión e internet, ganan una notoriedad importante y son tendencia. Del otro lado están los músicos independientes pero que llevan la misma pasión o mayor por la música, por el arte. Aunque, en la era de las redes, ellos también tienen esa posibilidad para hacerse conocer.

    Leo, hincha de River Plate, hace otra semejanza entre los mundos de la música y del fútbol en la cuestión de los representantes, tomando un ejemplo del universo de la redonda según su mirada.

    ─ Maxi López jugó en River dos o tres partidos fugaces y lo vendieron al Barcelona ─dice sin disimular que le sea increíble que el ex marido de Wanda Nara haya llegado al club catalán.

    ─ Un poco de suerte…

    ─ No es precisamente suerte. Al tener un buen representante que pueda negociar bien se pueden mover mucho más. Eso hacen también las bandas: se pone mucho dinero para que tengan más relevancia, y eso deja muchos talentos perdidos.

    Desde esta perspectiva se puede juzgar que los que tienen mayor trascendencia no dejan mejores mensajes que los que puede dar un artista independiente. De cierto modo es cuestionable que haya tenido mucha más popularidad un artista cuyo mensaje tiene que ver más con lo festivo, lo sexual o la denigración a otros, como por ejemplo los del reggaetón, género musical muchas veces apuntado como machista por el contenido de sus letras, y quedan de lado otros mensajes más profundos respecto de lo social, lo político o lo intelectual. Por alguna razón, ese tipo de mensajes generan mayor impacto en una sociedad. Sobre todo en los jóvenes.

    Lo cierto es que a partir de ese impacto, la industria cultural entendió que lo que vende son esas bajadas, y que si no siguen esa línea, se quedan afuera. En esto también juegan los representantes y las compañías discográficas, ya que son quienes recomiendan cuál es el lineamiento musical que deben seguir, a veces opacando la idea original del artista. “Lo que vende es por lo general una letra simple con un mensaje preciso y enfocado en ciertos patrones. Una composición de más de 3 minutos y con una letra que trate la historia de un abuelo o un consejo de un docente a un alumno no venden”.

    En cuanto a los representantes y las discográficas, Leo recuerda una entrevista a JAF, donde declaró que, en contra de sus ideales, aceptó lanzar su versión de “Maravillosa esta noche” (“Wonderful Tonight”) de Eric Clapton presionado por la compañía discográfica que lo representaba, y que si no lo hubiese lanzado, el ex Riff no sería lo importante que es hoy en el ambiente. “Todavía hay músicos que no les interesa estar aceptando ideas de ese tipo vendiendo su filosofía artistica por plata o por intereses de terceros, y así se pudre el queso”, marcó.

    Leonardo lleva la pasión por lo artístico desde chico. Es lo suyo. Su lugar en el mundo. Un fanático del arte en todas sus expresiones. Además de música, había estudiado cine en el antiguo IUNA. Además de su desempeño artístico, estudia la carrera de Periodismo en la Universidad Nacional de Avellaneda y trabaja en Image Campus, un instituto terciario privado donde se estudian carreras sobre videojuegos y animación. Su labor es administrativa: se reúne con alumnos y ayuda en problemas o realiza admisiones de estudiantes.

    “Por lo general fui líder ─no jefe o dueño─ en los proyectos porque me gustó trabajar con una idea precisa. Es difícil cuando no hay un rumbo definido saber qué hacer. Creo que comandar es complicado porque es un grupo de personas que sienten y piensan de mil maneras, y así se componen canciones en un grupo... salvo que vayas con una idea específica y terminada. Es complejo el asunto”, repasa entre las paredes blancas de la cocina. Actualmente es miembro de una banda llamada “Libre Pájaro”, siendo la voz y el guitarrista. También integra el dúo “La Zizou” y está haciendo presentaciones como solista. Pasó por diferentes estilos y grupos, como “Lobregón”, “Calmansia”, “Eureka”, “La Avenida”, o en dúos y tríos como “El Tallo” o “Sonmus Cantoris”, donde hacían covers. Seguramente nunca se habrá escuchado nada de todas estas bandas, y eso justamente es por ser independientes. Una consecuencia lógica de la autogestión en este rubro. “Los músicos que tocan desde hace años tienen mil proyectos. Pasa que no nos conoce nadie porque no somos famosos o por esas cuestiones de la industria cultural”.

    “El que hace algún tipo de arte le toca hacer de todo. En esto hay mucho pulmón. Nadie te ayuda más que vos mismo y el que está al lado, el que le sucede lo mismo”. Y respecto a las empresas discográficas, añade que “se ramificaron en otras opciones, como productoras, que son las que hoy realizan ese trabajo antiguo. Venden el producto de la banda a todos lados”. Para él, hacerse conocido por boca en boca ya pasó y no existe más. “Es difícil si no se trata con esa gente ─las empresas discográficas y productoras─ poder hacerte notar mínimamente”. Da a entrever una realidad: trascender siendo autogestivo cuesta el doble o triple.

    En un recorrido por su departamento en el principio de la noche muestra sus herramientas para la producción musical, como una PC donde graba cosas como base y mezclas. “Ayuda bastante para tener ideas, armarlas, y escucharte. Esta bueno escucharte y saber qué hacés para mejorar errores, como la estructura de una canción”. También tiene varias guitarras, micrófono, pandereta, harmónicas, melódicas, pedales, bajo, teclado… Una galería de instrumentos que deja en claro que siendo de los “barrios bajos” en cuanto a la difusión y llegada al público no significa que no haya pasión. Pasión por el arte. “Ensayamos en Salas México, que está en la zona del Congreso de la Nación”.

    En la era de las redes sociales no es fácil difundir el material. Sentado en una silla roja de plástico y con su guitarra electroacústica Alberto Brito Luthier tomada de una mesita que lleva atado entre sus fierros negros el pañuelo verde, Leo cuenta que para hacerse notar en las redes sociales hay que publicar y hacer lo que piden las redes. En Instagram tiene que poner plata para que las publicaciones las pueda ver alguien de otro lugar. “Es algo bastante raro; podés tener millones de seguidores, pero son pocos a los que les gusta realmente la banda. Se hace complicado”. A pesar de esto, utiliza las redes porque son necesarias: “usamos Instagram y Facebook, más que nada para comunicar; Spotify, donde se puede escuchar el material de ‘Libre Pájaro’; y Reverbnation, en donde subo cosas más del modo solista”.

    Leonardo es socio del SADAIC. “Ahí aportás y podés tener cursos o cosas gratuitas. Yo lo hice para registrar temas de la banda y ahora registro mi material como solista, que estoy por grabar algo a fin de año, para tener los temas bajo mi autoría. Después quieren que me haga socio del INAMU, de donde se puede obtener más derechos.” En el INAMU está el Registro Único de Músicos Solistas y Agrupaciones Musicales Nacionales, donde al registrarse, acceden a ciertos beneficios, como descuentos en la compra de instrumentos y accesorios musicales, o en pasajes en micro para viajes con motivo relacionado a los proyectos musicales, como recitales, grabaciones, clases, etc.

    Sin embargo, riendo un poco, Leo aportó: “los músicos muchas veces no sabemos de los derechos que tenemos”, respecto a ciertos instrumentos que favorecen a la difusión de la música independiente, como el artículo 65 de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, que establecía que de la música emitida por las radios, el 30% sea nacional, y de esa música nacional, el 50% sea música producida en forma independiente. De hecho y a partir de este artículo, la Federación Argentina de Músicos Independientes (FAMI) y la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) firmaron un convenio de cooperación para hacer cumplir el artículo 65. Por ende la FAMI creó el denominado Banco de Música Independiente, que facilita el acceso al material para las emisoras radiales y así cumplir con el artículo de la Ley de Medios. Sin embargo, con la derogación de la Ley de Medios en 2015, algunos artículos dejaron de cumplirse.

    Leo toca con su guitarra unos fragmentos de “Rezo por vos”, y deja en claro que con su música quiere “transmitir alguna sensación, llegar al que esté cerca escuchándome. Y si es algo lindo, mejor todavía. Con que se sepa que lo que uno hace tiene que ver con la sinceridad alcanza”. Y cierra “cuando uno es sincero en lo artístico, se nota”, durante un anochecer en Buenos Aires en la que se digna para salir y juntarse con amigos, tal vez tocar algo, o poner canciones desde un celular, una computadora, una radio, o para los más antiguos un tocadiscos.

    El camino del músico independiente es bravo. Más en los inicios, como nos ha contado Leo. En una entrevista hecha en el programa de TV “En Estéreo”, de Canal 9, el conductor Pablo Marcovsky comprendía que “los artistas de un movimiento más independiente generaron un propio circuito y un crecimiento importante”, a lo que Goyo Degano, vocalista de “Bándalos Chinos”, añadía que tenía que ver con “los recursos que tenían al alcance”, como las redes sociales, y con un público que estaba “abierto a escuchar cosas nuevas y no encerrándose en una misma banda y un mismo género que escuchó toda su vida” ─programa emitido el 18 de noviembre de 2018 y reemitido varias veces─.

    Salvo que se tenga una productora o un buen representante, para poder crecer y trascender en la música hay que remarla y sufrir. Es un trayecto injusto. Todo por poder, como pretende Leonardo, transmitir algo, o crear temas que tengan llegada al público. Algunos tienen que lidiar con estos arreglos de pagar para poder tocar, o trasladar como puedan sus instrumentos, etcétera. La música independiente ha crecido por las tecnologías de la comunicación y los artistas de esta corriente han adquirido derechos que los favorecen mucho, pero aún mantiene sus complejidades y la música comercial lo tapa por su popularidad. Estos artistas son talentos que no trascienden demasiado y hasta lamentablemente pueden perderse. Pero ahí están ellos, los que eligieron el camino más duro, el más humilde, el de la autogestión.

    Leonardo David en el presente

    Actualmente, Leonardo ya está recibido como Licenciado en Periodismo, trabaja en comunicación y edición de audio, sigue su trabajo en Image Campus ─ahora radicado en Río Negro junto a su pareja Paula─ y también es colaborador en la Revista El Bondi como cronista ─al igual que quien les escribe─. También sigue su proyecto musical con “Libre Pájaro”, con quien sacará un nuevo disco, y otro proyecto solista, “El Experimento LDB”, con varias canciones ya publicadas en las plataformas digitales.

    Eze Fernández

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